ALIANZA MUNDIAL POR EL DESARROLLO

Los Objetivos de Desarrollo del Milenio constituyen en la actualidad el mayor plan de acción mundial orquestado por las instituciones que trabajan por el desarrollo a escala mundial. Aunque estas metas abarcan muchas problemáticas sociales concretas, el octavo objetivo es el más ambicioso ya que podría implicar un cambio de conciencia global que iniciase un proceso de cambio real y a escala planetaria. Este objetivo enuncia la necesidad inminente de fomentar, crear y desarrollar una Alianza Mundial por el Desarrollo. Algo que puede sonar genérico y difícil, pero no imposible.

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Mujeres trabajando el algodón. Banskho, Rajastán, India.

FOTO  ©  Ángel López Soto, miembro de GEA PHOTOWORDS

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Por Lucas de la Cal para GEA PHOTOWORDS

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Más allá de las buenas intenciones, el objetivo número ocho cuenta con metas e indicadores que señalan en qué se está traduciendo el trabajo en la dirección de la alianza mundial por el desarrollo. Encontramos que la primera meta específica consiste en atender las necesidades especiales de los países menos desarrollados, los países sin litoral, y los pequeños estados insulares en vías de desarrollo. La realidad en cuanto a esta meta es que será difícil de alcanzar antes de 2015, ya que en los trece años que lleva en vigor el acuerdo sobre los Objetivos de Desarrollo del Milenio, solo cinco países donantes desarrollados han alcanzado la meta económica de la ONU en cuanto a Ayuda Oficial al Desarrollo.

Hacer más accesibles los beneficios de las nuevas tecnologías de la información y la comunicación también se considera otra meta dentro del objetivo número ocho. Y es que la brecha digital es flagrante. Afecta a dos tercios de la población mundial, con lo que los beneficios de las nuevas tecnologías se concentran principalmente en los países ricos, y su incidencia distancia a los ciudadanos con acceso a ellas de los que no las conocen y manejan. Según la Unión Internacional de Telecomunicaciones, la banda ancha solo llega a un 31% dela población en países pobres, frente al 77% de penetración que ha alcanzado en los países desarrollados. En esta meta, hay mucho trabajo pendiente para que la alianza mundial por el desarrollo pueda beneficiarse de los lazos internacionales que las TIC son capaces de generar.

 

BRECHA DIGITAL.

Yendo un poco más lejos, la brecha digital implica que occidente cuente con el desarrollo tecnológico actual a través de la explotación de los recursos de países del Sur, que además de no beneficiarse de las nuevas tecnologías, sufren el expolio de las empresas tecnológicas necesitadas de minerales como el coltán. El 80% de las reservas mundiales de este mineral, básico para la fabricación de aparatos electrónicos como teléfonos móviles o tablets se encuentra en la República Democrática del Congo, donde nadie regula la extracción ni pone normas o exigencias internacionales.

El resultado es que miles de menores de edad, entre otros trabajadores, pasan el día en las minas, casi desnudos y malnutridos, para que occidente pueda sostener su desaforado consumo de tecnología mientras que en su país menos de dos habitantes por cada cien tiene acceso a Internet, según datos del Banco Mundial, y veintiocho de cada cien utilizan teléfono móvil.

Continuar desarrollando un sistema comercial y financiero abierto, basado en reglas establecidas, predecible y no discriminatorio, es la segunda meta planteada dentro del objetivo general número ocho. Con respecto a esta meta las cosas no están claras. Naciones Unidas señala que los países en vías de desarrollo tienen hoy un mayor acceso a mercados de países desarrollados, pero la realidad es que occidente y sus empresas siguen manejando el mercado según sus reglas. Las empresas transnacionales deben ser sometidas al control estatal para que esta meta pueda comenzar a cumplirse, ese sería un primer paso apropiado y supondría el poner a las personas por encima de los mercados, al poder civil sobre el mercantil.

Mediante la deslocalización empresarial se lleva la producción de occidente a países del Sur por el mero hecho de que la mano de obra es barata. Hasta que no sucede una tragedia como el derrumbe de un edificio de fábricas textiles proveedoras de grandes marcas occidentales, el mundo no se da cuenta de las fatales condiciones de trabajo que se imponen. La negligencia en materia de seguridad laboral es una de las tantas violaciones de derechos que sufren especialmente las mujeres empleadas de fábricas como esta, donde los derechos laborales son inexistentes y las jornadas pueden durar hasta catorce horas.

 

DUMPING.

Prácticas como el dumping siguen siendo una realidad en los mercados internacionales que permite a productos subvencionados de occidente ejercer una competencia totalmente desleal hacia los productos del Sur. Occidente vende por debajo del precio de producción de productos agrícolas y ganaderos, la mayoría de los países del Sur no pueden permitirse esas subvenciones, y no logran precios tan bajos, con lo cual sus economías se debilitan necesariamente con respecto a las norteñas.

En el caso de Chile, algunas organizaciones ya toman medidas, como la Sociedad Nacional de Agricultura, que a través de su representante, Patricio Crespo,  ha solicitado a la Comisión Nacional de Distorsiones en los Precios, aplicar precios antidumping en el maíz. En palabras de Crespo al diario Iprofesional, “urge que las autoridades se hagan cargo de este problema e investiguen a fondo. Nuestros productores están en condiciones de competir pero no contra productos con precios distorsionados. Chile debe ser coherente con la política de libre mercado y el rol de las autoridades es asegurar una justa competencia”.

Los acuerdos de comercio internacional promovidos desde la Instituciones Financieras Internacionales (Banco Mundial y Organización Mundial del Comercio) imponen, según explica Oxfam España la liberalización forzada de las economías de los países en vías de desarrollo, que hace que muchas veces sea más barato importar del norte que producir en el propio país. Si África, Asia Oriental, Asia Meridional y América Latina pudiesen aumentar su cuota de exportaciones mundiales solo en un 1%, los beneficios generados podrían sacar de la pobreza a 128 millones de personas.

Sin embargo, los países ricos aún controlan la cuota de mercado mundial de los pobres mediante aranceles a la importación de sus productos. En este juego económico, lo mejor que pueden hacer los países del Sur es exportar materias primas, aunque aportan muchos menos beneficios que los productos elaborados. A cambio tienen que abrir sus fronteras a la exportación del norte si quieren beneficiarse de los préstamos de los ricos.

Lidiar en forma integral con la deuda de los países en vías de desarrollo es otra de las metas concretas que trata de dar forma al objetivo general de la Alianza Mundial por el Desarrollo. Son muchos los movimientos sociales que denuncian el mantenimiento de este tipo de deudas sobre países empobrecidos. El Comité por la Anulación de la Deuda del Tercer Mundo define la situación que provoca la deuda externa a escala mundial de esta forma:

«La deuda es una catástrofe para la humanidad, manteniendo regiones enteras en la más extrema».

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Alba Sánchez Serradilla es Licenciada en Periodismo y estudiante de Máster en Comunicación Social. Implicada en diferentes ONG desde los diecinueve años a través de programas de voluntariado o como profesional, ha hecho de la comunicación al desarrollo su especialidad periodística a raíz de sus varias nquietudes solidarias.

 

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