Es en el Día Mundial del refugiado cuando las cifras hablan claro: el informe publicado este año por la Comisión Española de Ayuda al Refugiado (CEAR) sitúa a España a la cola de Europa en el compromiso con las personas refugiadas. Se sigue vinculando acoger a refugiados con el efecto llamada. Países como Líbano, con 4 millones de habitantes han acogido a más de un millón de refugiados, mientras que España, con una población de 47 millones, alberga a menos de 6.000. El miembro de GEA PHOTOWORDS Ángel López Soto y el colaborador Nacho Carretero, estuvieron en Melilla para describir cómo es la llegada de los refugiados que intentan saltar la valla para acceder a Europa. El gran salto. Esta es la primera parte del reportaje, que fue publicado en el número de junio de la revista latinoamericana Gatopardo.
.
.
Valla y frontera marítima con Marruecos. Melilla.
Foto © Ángel López Soto, miembro de GEA PHOTOWORDS
.
Es en el Día Mundial del refugiado cuando las cifras hablan claro: el informe publicado este año por la Comisión Española de Ayuda al Refugiado (CEAR) sitúa a España a la cola de Europa en el compromiso con las personas refugiadas. España recibió menos del 1% de las 625.000 solicitudes que llegaron a la Unión Europea. En 2014, España ofreció protección internacional a 1.585 personas, provenientes sobre todo de Siria y Ucrania, de las cuales sólo se les concedió el estatuto de refugiado a 384. Las resoluciones desfavorables tras la solicitud de asilo alcanzaron el 56%. Todas estas cifras se traducen en una conclusión: la cultura de asilo en España está muy atrasada y se sigue vinculando acoger a refugiados con el efecto llamada. La realidad es que países como Líbano, con 4 millones de habitantes han acogido a más de un millón de refugiados, mientras que España, con una población de 47 millones, alberga a menos de 6.000. Melilla es una de las principales puertas de entrada a la que llegan los refugiados.
.
UNA BARRERA IMPOSIBLE (I)
Por Nacho Carretero
.
-Si tardas más de cinco minutos en saltar, no saltas.
Doce veces lo intentó Sare Abdallah –nacido en Costa de Marfil hace 25 años- antes de lograrlo. No es fácil: la valla que rodea Melilla no perdona ni un rincón. No concede ni una grieta. En realidad son tres vallas, consecutivas, con sensores eléctricos de movimiento y ruido, cámaras, mallas que impiden meter los dedos para trepar y en algunos tramos, una alambrada con cuchillas. El perímetro cuasi militar rodea la ciudad autónoma de Melilla, un territorio que pertenece a España pero que está situado en el norte de Marruecos, a pocos kilómetros de la frontera con Argelia. La ubicación convierte a la ciudad en la puerta de entrada a Europa para los miles de jóvenes subsaharianos que, cada año, intentan colarse y alcanzar el que, les han dicho, es el paraíso. La frontera sur del viejo continente mide seis metros de altura y tiene doce kilómetros de perímetro. A un lado vigila la gendarmería marroquí. Al otro, las autoridades españolas. No es fácil saltar. Si lo piensas más de cinco minutos, no saltas. Sigue leyendo →