EL CEMENTERIO EXTREMEÑO DONDE LOS MUERTOS HABLAN ALEMÁN

Un siglo después del comienzo de la Primera Guerra Mundial, hay un rincón en Extremadura a mitad de camino entre el olvido y la fama, que alberga las tumbas de 26 soldados alemanes que lucharon en la contienda y murieron en España. Su recuerdo, en el Día de los Difuntos, pasa por una visita a este singular cementerio situado a los pies del Monasterio de Yuste donde murió Carlos V, el emperador nacido en Alemania.

 

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El cementerio alemán de Cuacos de Yuste

FOTO  ©  José Carlos Violat

 

Por Lucas de la Cal para GEA PHOTOWORDS

 

No hay flores. Tampoco lápidas. Solo unas cruces perfectamente alineadas de granito oscuro. Sobre ellas se leen grabados en letras blancas con un nombre, rango militar y  una fecha de nacimiento y muerte. En el aire se respira algo estremecedor. Quizá porque es el día de los difuntos. O por el contraste entre la naturaleza de la Comarca de la Vera y la juventud de los muertos.

En la tumba de Karl Schukalla pone que tenía 29 años cuando murió. Era un Obermaschinistenmaat (jefe de máquinas), que pertenecía a la tripulación alemana del sumergible U-39 de la Primera Guerra Mundial. El submarino tenía 64 metros de eslora y un desplazamiento en superficie de 685 toneladas. Disponía de un cañón de cubierta de 105 milímetros e iba armado con cuatro tubos lanzatorpedos. Tripulado por 35 hombres, podía sumergirse a una profundidad de hasta 50 metros. El U-39 fue el segundo sumergible más exitoso de los alemanes, consiguiendo hundir 154 buques enemigos.

Apenas a doscientos metros del Monasterio donde acabó sus días Carlos V, en la carretera que sube hasta allí, se abre a la derecha del camino un espacio silencioso, que sorprende a muchos curiosos que acuden a conocer la última morada del monarca.

Es el cementerio alemán de Cuacos de Yuste, en  La Vera cacereña, donde yacen entre olivos, robles, higueras y césped bien cuidado 180 aviadores, marinos y soldados alemanes caídos en las Guerras Mundiales (26 de la Primera y 154 de la Segunda) que llegaron a las costas y tierras de España tras el derribo de sus aviones y el hundimiento de submarinos y navíos. Los alemanes quisieron que los caídos en territorio español yacieran lo más cercanamente posible al que fue su emperador unos siglos atrás. De ahí la extrañeza de la ubicación.

A la entrada del recinto hay una pequeña explanada de arena para aparcar el coche. Un viejo con las manos marcadas de una vida de duro trabajo en el campo, vende sacos de pimentón rojo, “el más puro y rojo de la comarca”, asegura sonriente, mostrando los dos únicos dientes que le quedan en la boca.

En la puerta, una placa anclada en una rocosa tapia, dice: “Deutscher Soldaten Friendhof” (Cementerio Militar Alemán). Tras atravesar un pasadizo de espesura natural hay una pequeña capilla abierta, que sirve de lugar de recibimiento para los visitantes y como improvisado altar en las ceremonias, por la que se accede a la explanada donde están enterrados los soldados alemanes. Un complejo funerario de 3.850 metros cuadrados.

“Aquí, la  mayoría de los muertos pertenecen a la Luftwaffe (ejército del aire) y a la Kriegsmarine (Marina de Guerra). Unos 80 de estos fallecidos llegaron a las costas españolas arrastrados por el mar”, cuenta  Reinhard Führer, Presidente de la Comisión de Conservación de Tumbas Militares Alemanas.

Los restos de Arnold Buge y Georg Duborg, soldados que participaron en la IGM –cuyo centenario se celebra este año-  descansan en este cementerio. Ambos formaban parte de la tripulación del buque crucero oceánico de la compañía Hamburg-Südamerikanische, construido en 1907 que tenía a 373 pasajeros y realizaba la ruta Hamburgo-Buenos Aires. Los dos ciudadanos alemanes fallecieron con una diferencia de un día, Buge diagnosticado de gripe, y Duborg por neumonía, ambos incluidos dentro de la gran epidemia de “Gripe Española” que asoló el mundo en 1918 y que causó el fallecimiento de entre 50 y 100 millones de personas.

“Desde su construcción en 1983, el cementerio militar de Yuste es el único de soldados alemanes situado en España. Debido a la conexión histórica por Carlos V entre España y Alemania, la ubicación del cementerio no podría estar mejor escogida para recordar la memoria de los soldados caídos”, afirma el Embajador de Alemania en España, Reinhard Silberberg, que asegura que este lugar quiere crear una unión consciente entre pasado, presente y futuro. “Las lecciones del pasado no se deben olvidar. El presente nos enseña que, con demasiada facilidad, amenazan con caer en el olvido las guerras y sus incontables víctimas. Las sepulturas de Yuste deberían ser una advertencia para nosotros y las generaciones venideras de nuestros países para que trabajáramos juntos por un mundo en paz”, dice el Embajador.

José Carlos Violat, funcionario de policía en Cáceres e historiador aficionado, es coautor del único libro que da a conocer la historia de este cementerio, del que saldrá la primera edición la semana que viene. “Hemos dedicado cuatro años de investigación en este libro, y ahora por fin la diputación de Cáceres ser ha hecho cargo de su edición”, comenta José Carlos.

 

15.000 KILÓMETROS DE BÚSQUEDA

 

En 1979 la Volksbund Deutschen Kiegsgräberfürsorge (VDK), una asociación que mantiene 827 camposantos en 45 países, encargó a una joven alemana llamada Gabriele Marianne Poppelreuter que residía en Palma de Mallorca, y trabajaba para la Embajada Alemana como traductora, la búsqueda y reunificación en un sólo lugar de restos de los soldados alemanes enterrados por toda la geografía de nuestro país.

Una vez que se dispuso de la documentación con la localización de todos los enterramientos, se adquirió un terreno en el que construir el cementerio donde descansarían los restos, decidiéndose por una pequeña finca situada en la localidad cacereña de Cuacos de Yuste. A pesar de ser propietarios del terreno desde el año 1975, no fue hasta el año 1980 en el que las obras del cementerio empezarían, finalizándose tres años más tarde, dando comienzo ese mismo año la búsqueda y el traslado de los restos desde los distintos cementerios. “Gabriele recorrió con una furgoneta más de 15.000 kilómetros por toda España recogiendo los restos de los militares”, comenta José Carlos.

En 1983, se inauguró oficialmente el cementerio. Para tal evento se contó con una representación de la Embajada alemana, miembros de la VDK, autoridades españolas y con más de doscientos familiares venidos expresamente desde Alemania que oraron en la misa ofrendada por un sacerdote protestante y por el Abad del Real Monasterio de Yuste, Padre Prior Fray Francisco de Andrés Alonso, de la Orden de los Jerónimos.

El Día de luto nacional alemán también se vive en La Vera. La embajada germana organiza una ceremonia anual cada 18 de noviembre, en la que asiste el embajador, cargos políticos y militares, y un sacerdote católico y otro protestante.  La comarca que albergó uno de los grandes sueños del rey místico que nació en Alemania, como los hombres que albergan esas tumbas, y escogió para morir un pedazo de la Extremadura profunda. Hoy nadie les llevará flores…

 

Lucas de la Cal Martín es colaborador de GEA PHOTOWORDS y del periódico El Mundo. Licenciado en Periodismo en la Universidad Complutense, es diplomado en Educación Sexual y Prevención de ITS (Infecciones de transmisión sexual).

 

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3 Responses to “EL CEMENTERIO EXTREMEÑO DONDE LOS MUERTOS HABLAN ALEMÁN”

  1. José Carlos
    1 noviembre, 2014 at 17:14 #

    Una historia muy digna para los difuntos que me parece que honra mucho a los alemanes mas que realmente la importancia del lugar si no es que se pretende hacer ver que hay cierto misticismo en en la elección del lugar. Lo que sigo sin entender cuando se habla de Extremadura es porque al final de la notica tenéis que recurrir al estereotipo de Extremadura profunda, que siempre ha estado persiguiendo a Extremadura, la verdad que Buñuel hizo mucho por ello pero no me imagino esta descripción de periodistas contemporáneos sino es por desconocimiento o por decoración del artículo.

    • Gea Photowords
      3 noviembre, 2014 at 18:11 #

      El término “profundo” no tiene por que ser peyorativo pues la propia palabra no es mala. ¿O es que un “pensamiento profundo” implica algo negativo? Conocemos bien Extremadura y la zona pues alguno de los miembros y colaboradores viven allí. En cualquier caso, no usamos esta palabra con ánimo de ofender.

  2. José Carlos Violat
    3 noviembre, 2014 at 20:16 #

    Felicitar al autor por su excelente descripción del lugar. Recordar a los caídos que murieron por defender unos ideales, fueran los que fuesen, es digno de alabanza, y en este caso, la Volksbund acertó de pleno al elegir el lugar de descanso de los militares alemanes recogidos en nuestras costas. Mi enhorabuena de nuevo al autor.

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