`FUENTEOVEJUNA´ AFRICANO

Diéri se convirtió en un campo de batalla hace solo unos meses. Esta amplia extensión de tierra al norte de Senegal fue a la vez escenario y objeto de lucha para partidarios y detractores de un proyecto que pretendía vender esos terrenos a una empresa italiana. El resultado de la batalla fueron dos muertos, 21 heridos y la suspensión del proyecto. Entre 2006 y 2010, al menos 50 millones de hectáreas de tierras cultivables han cambiado de manos en el continente y han ido a parar en su mayoría a empresas y gobiernos extranjeros. África está en venta. Pero muchos de sus habitantes se niegan a consentirlo.
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FOTO  ©  Ángel López Soto, miembro de GEA PHOTOWORDS

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Por Sonia López Tello para GEA PHOTOWORDS

 

Dicen que África se repartió con escuadra y cartabón. Sucedió sobre 1880. Ahora, en pleno siglo XXI, África vive un segundo reparto, motivado por la crisis alimentaria. Gran parte de sus tierras fértiles están siendo vendidas a empresas y gobiernos extranjeros. China compró miles de hectáreas en Mozambique para garantizar el cultivo de cereales. Suiza y Alemania producen biocombustible en tierras de Tanzania. Portugal hace lo propio en Sierra Leona.Para los inversores extranjeros, África cumple la premisa del “bueno, bonito y barato”.

Pero la pequeña población de Diéri dijo “basta”. Un grupo de agricultores consiguió paralizar la venta de 20.000 hectáreas a una empresa italiana. “Si vendemos la tierra, ¿qué nos queda?, ¿qué vamos a dejar a nuestros hijos”, clamaba Amadou Thiaw, coordinador del Colectivo de Defensa de la Tierra deFanaye. El precio no fue bajo tras una batalla campal que mantuvieron los habitantes de esta zona contra los enviados policiales del gobierno para asegurar esa venta: dos muertos y 21 heridos de distinta gravedad por los machetes y rifles artesanales que se emplearon en la disputa sobre el terreno.

Solo dos días después del enfrentamiento, el primer ministro, Souleymane Ndéné Ndiaye, anunciaba que el proyecto quedaba paralizado. José Naranjo, periodista especializado en temas africanos, presenció en primera persona esa lucha. “Pude comprobar que en Fanaye están muy concienciados de que no pueden desprenderse de lo único que tienen”, explica Naranjo a GEAphotowords. Contaba este periodista la historia de lo sucedido en Fanaye en la revista ‘Mundo Negro’, acompañando su texto con la foto de un campensino senegalés encorvado, con el azadón en la mano y los ojos en la tierra.

 

¿Colonización o desarrollo?

 

Unos lo llaman expolio. Otros, desarrollo. Lo cierto es que desde el año 2001, una superficie equivalente a Europa Occidental ha sido puesta en venta o arrendada en África para su explotación por parte de inversores internacionales. Así lo indica el informe ‘Tierra y poder’ de Intermon Oxfam. “¿Es posible compaginar los intereses de un mundo industrializado necesitado de nuevos terrenos agrícolas con a los intereses de una África que sigue necesitando de su tierra para alimentar a sus poblaciones?”, se pregunta Naranjo.

Los que defendían el proyecto con firma italiana en tierras de Senegal, es decir, los defensores de la premisa del ‘desarrollo’, alegan que estas inversiones crean empleo para los vecinos de la zona y suponen la construcción de numerosas infraestructuras como pozos, escuelas, centros de salud y carreteras que unan las pequeñas poblaciones con las vías ya existentes.

Pero la realidad es bien distinta, según los detractores del proyecto. El propio Naranjo asegura que, en la práctica, los gobernantes africanos “hacen lo que les da la gana, aunque lo revistan de la clásica formalidad”. El peligro de estos proyectos llega cuando la tierra africana se convierte en un mero recurso de explotación, dejando a sus agricultores sin alimentos y trasladándolos a los países desarrollados. Así sucede en muchas ocasiones, tal y como denuncia el Instituto Oakland en un informe.

En ese mismo estudio, el empresario y filántropo Howard G. Buffet afirma que “África tiene  necesidades de inversión en la agricultura, pero no de políticos que permiten a los inversores extranjeros cultivar y llevarse la producción a sus propios pueblos. Estos políticos están haciendo daño a África, agravando los conflictos por el agua y la tierra.
África no puede ser una mercancía con la etiqueta de ‘abierto para todos”.

Senegal no es el único país donde se han rebelado contra esa etiqueta. En Mali, donde un 80% de la población depende de la agricultura, ya hace un año que los agricultores aunaron su lucha contra la venta de sus tierras cultivables bajo la organización ‘Llamiento Kolongo’, que agrupaba a varios colectivos de campesinos. A esta lista de países se podrían sumar otros, aunque los intereses electorales juegan un papel importante.

La paralización del proyecto en Fanaye se produjo meses antes de las elecciones presidenciales en Senegal. “Wade no quería frentes abiertos y todo dependerá del nuevo poder”, asegura Naranjo. Los habitantes de esta pequeña aldea africana han conseguido una pequeña gran victoria. Pero la guerra por la tierra, por la soberanía alimentaria del continente más deprimido, continúa con muy pocas posibilidades de éxito para sus verdaderos dueños.

 

Sonia López Tello es licenciada en Periodismo con diploma en Comunicación Política por la Universidad de Navarra, ha sido redactora en las emisoras de radio Onda Cero y Cadena SER. Actualmente ejerce su labor profesional en Antena 3.

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