MICROCRÉDITOS – ATREVERSE A SOÑAR

Días atrás la Fundación Xaley presentó un informe de evaluación del impacto que sus microcréditos tienen en la población. Además de lo meramente económico, recibir un microcrédito tiene un enorme impacto psicológico no sólo para el receptor, sino en su familia e incluso en su entorno. Para demostrarlo, y tras superar las múltiples trabas impuestas por la administración española para su entrada en nuestro país, los responsables de Xaley consiguieron que Ndeye Diagne, una de las receptoras de sus microcréditos, aterrizase en Madrid para ofrecer su testimonio.

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Máquina de coser adquirida con un microcrédito en Nepal.

FOTO ©  Als

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El dinero no es más que una herramienta que desata los sueños de las personas y ayuda, incluso a los más pobres y desgraciados de este planeta, a alcanzar la dignidad , el respeto y a dotar de significado a sus vidas.”

Muhammad Yunus, Premio Nobel de la Paz

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Por Manuel Sueiras para GEA PHOTOWORDS


Dicen quienes la conocen, que St. Louis, la antigua capital de Senegal, es La Habana africana. Decadentes edificios coloniales de colores, balcones de madera y forja asomados a un estuario… Es en esta bella ciudad donde la Fundación Xaley (que significa niño en wolof, la principal lengua vernácula senegalesa) lleva años desarrollando su programa de microcréditos.

Ndeye cuenta su historia con una sonrisa dibujada en los labios, contrastando poderosamente con el bello de punta de quien la escucha. Vivió el divorcio de sus padres cuando apenas contaba 7 años de edad. Su madre, confinada a una silla de ruedas debido a la polio, no podía trabajar ni pagarle los estudios. A los 8 asistió a la escuela por primera vez gracias a la generosidad de una vecina que decidió subvencionarla, aunque a los 12 se vio obligada a abandonar la escuela para trabajar como asistenta. Cuando cumplió los 15 una amiga le presentó la Asociación de Niños y Jóvenes Trabajadores de S. Louis (MAEJT), un prodigio de ONG fundada y gestionada por niños y jóvenes para ayudarse entre ellos.

Todas las tardes, después de trabajar, asistía a su grupo de base en la MAEJT, donde no sólo mejoró su escritura y conocimientos de cálculo sino que aprendió francés, a coser, a bordar y a vender lo que hacía en el grupo (vestidos, manteles, etc.). Con 18 años fue elegida presidenta de su grupo base, coincidiendo con su maternidad. Su marido la abandonó y se llevó a su hijo a quien no permitió ver hasta este año. El niño no se acuerda de ella. Aún así, Ndeye se siente afortunada porque en 2007 solicitó un microcrédito de 200 € a Xaley y le fue concedido.

El crédito no sólo le permitió adquirir material de costura sino que recibió formación específica de gestión de negocios, contabilidad y marketing. Devolvió el préstamo en 14 meses y ahora vive de su trabajo como costurera. “Cuando era pequeña sufría porque las demás niñas tenían ropa bonita y dinero para comprarse ropa y yo no. Ahora soy independiente y quiero montar un taller de costura para ayudar a otras niñas como yo” afirma. “Soy feliz porque lucho, lucho siempre”.

Esa lucha le ha permitido ayudar a toda su familia. Entre ella y su cuñado mantienen a su abuela, a su madre, a su hermano pequeño que gracias a Ndeye asiste al colegio, y a su hermana mayor que tiene cuatro hijos pequeños. Además consigue ahorrar un tercio de lo que gana para cualquier contingencia que se pueda presentar en el futuro. El caso de Ndeye no es el único. Hasta la fecha 143 mujeres – y un hombre – han obtenido microcréditos de Xaley. Los proyectos que les permiten tomar las riendas de su vida son muy simples: talleres de costura, fábricas de hielo, cosméticos, granjas de pollos, tratamiento de pescado, frutas, etc. Con una inversión inicial de tan solo 200 € son capaces de generar unos 650€ anuales.

Con una media de cinco hijos a su cargo, las depositarias de microcréditos destinan casi la mitad de sus ingresos a la alimentación, lo cual permite deducir que anteriormente sus familias se encontraban en una situación de malnutrición. Pero lo más significativo es el aumento de su autoestima. En un país de confesión musulmana en el que el patriarcado es la norma (si el padre muere, por ejemplo, tienen que guardar luto sin salir de casa durante 4 meses), estas mujeres que pensaban que no servían para nada, que se veían abocadas a abandonar los estudios y a ser explotadas, reciben una formación, prosperan y su figura adquiere gran relevancia dentro de su familia y de su comunidad. “Tienen la suerte de poder empezar a soñar” declaró una de las panelistas que presentó el estudio.

Nadie las fuerza a que devuelvan el dinero, y sin embargo, el 96% lo hace en un plazo de dos años. No sólo se ocupan de sus familias, sino de ellas mismas. Ahorran, prosperan, se sienten útiles y son capaces de conciliar las responsabilidades que conlleva el microcrédito con su hogar. Pero lo mejor de todo es que, una vez puesto en marcha el motor de los sueños, no se quedan quietas. La mayoría decide colaborar al desarrollo de su comunidad participando en programas de formación desarrollo de otras niñas y jóvenes que, como ellas, no se atrevían a soñar.

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Información de la Fundación Xaley haciendo click aquí.

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Manuel Sueiras es periodista. Sus artículos han sido publicados tanto en medios españoles como internacionales. En 2002 fue galardonado con el premio europeo Net Media de periodismo digital en la categoría de viajes.

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