MIENTRAS LLEGA LA REVOLUCIÓN

¿Cómo va la “resaca” del Movimiento del 15M? Llegados a este punto, es necesario pararse un momento y reflexionar. El exceso de información, y lo que en un momento ha sido una eclosión de tantas cosas bonitas, amenaza ahora con ser ahogado por la abundante literatura, las fuerzas del orden y las palabras. El autor de este texto, curtido en muchas batallas revolucionarias desde los tiempos de la dictadura, y que forma parte de una de las comisiones creadas en la Puerta del Sol, plantea una cierta autocrítica desde dentro de todo lo que ha visto y oído estos días.
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FOTO  ©  Ángel López Soto, miembro de GEA PHOTOWORDS

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Por Alfonso Domingo para GEA PHOTOWORDS
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En primer lugar, habría que decir que existe un claro fenómeno de “atropellados por el éxito”. Ha sido evidente que la gente tenía ganas de un gran cambio, de que la ciudadanía responsable –y en especial los jóvenes- se despertara y actuase, había ganas de sumarse a una ola de indignación, usar la libertad y la asociación para mostrar nuestro claro y rotundo desacuerdo con un sistema que nos lleva a la ruina, no sólo económica, sino éticamente. Se ha recuperado la dignidad, y eso es muy positivo. Pero tras casi dos semanas de movilización y acampada, hay que señalar que todas esas fuerzas que confluyeron en una explosión vital sin precedentes (excluyo las movilizaciones a partir del 11-M, por su carácter excepcional) no están ni tan unidas ni tan de acuerdo. Es normal en estos procesos.

Por un lado, y a pesar de los mensajes de horizontalidad, ha comenzado a surgir el ego de muchos de los acampados, de los que en un primer momento, aceptaron el reto y la responsabilidad de la organización. Es condición humana, pero desde la distancia de la edad, uno ve como esos jóvenes con tan nobles impulsos empiezan a caer en las trampas de la vanidad y del exceso de responsabilidad, en el no delegar. He visto como jóvenes, al borde el agotamiento después de 11 días, se negaban a ir a descansar por no dejar que firmaran otros en las actas de las asambleas, como se disputaban la palabra de los micros, etc.

Eso me ha llevado a una reflexión sobre esta nueva generación, comparándola con aquella que luchó en la universidad contra el franquismo. Por supuesto que la situación es distinta y está muy distante. No tienen, ni las experiencias represivas que nosotros sufrimos, ni la cultura en general que da la lectura, ya sea de libros políticos o de literatura. A cambio, están menos ideologizados, y por lo tanto, menos llenos de prejuicios que nosotros. Para los que militábamos en las organizaciones contra el franquismo, a veces era peor la postura de esos “compañeros de viaje” que la de la propia autoridad que nos mandaba a los “grises”, aquella policía que dejó la marca de sus porras en nuestros cuerpos.

Esa amplitud, característica de los primeros días del movimiento, ha dejado paso a una dinámica casi paradójica y contradictoria: por un lado todo se ha ido diluyendo en propuestas naïf, propias de gente con buena intención, pero muy irreales (se han llegado a hacer lista de proyectos posibles y proyectos imposibles), y por otro en radicalizaciones un tanto fuera de lugar, que amenazan con marcar un movimiento que tuvo mucho cuidado en no escorarse hacia la violencia a pesar de las primeras provocaciones de los infiltrados policiales. Muchos de los que se dejaron seducir por esos cantos de sirena de la lucha contra la policía han vuelto a reivindicar su papel. Eso es evidente en algunos enfrentamientos con los comerciantes de Sol. Mientras una gran parte aprobaba la limpieza de carteles y de pintadas en los establecimientos, otros pasaban y decían claramente que se jodieran.

“COMISIONITIS”

Otra de las cosas que está sucediendo es lo que denomino “comisionitis”. Se han creado innumerables comisiones, por poner un ejemplo, las hay hasta de “espiritualidad” y “terminología”. A su vez, hay grupos y subgrupos. Es difícil, desde luego, canalizar toda la energía, todas las propuestas, toda la acción que llega desde lugares muy dispares y desde gente muy diversa. Pero la sensación es que en muchas ocasiones es difícil conseguir que una iniciativa importante llegue a destino debido a esa seudoburocracia. Es a veces algo exasperante como se da vueltas a un punto, una y otra vez, para llegar a una conclusión por consenso. Sí, es cierto, hay que tener paciencia, y es un ejercicio, este de la democracia directa, que exige tiempo, cosa que a veces no tenemos. El tiempo es el único que no es revolucionario.

También es evidente que el sistema, por decirlo de alguna manera, tras el desconcierto de los primeros días, ha comenzado a actuar. Por un lado han dejado a los vendedores de bebidas (agua y refrescos, pero sobre todo cerveza) que se muevan libremente por Sol. Son mafias organizadas, sobre todo de paquistaníes y chinos, que han hecho su agosto en los primeros días y han hecho que el esfuerzo de limpieza por parte de los acampados haya tenido que incrementarse. Junto con eso, los carteristas, tolerados por la policía, han vuelto a la plaza. Continuamente se dicen cosas en ese sentido por los altavoces. No es descartable tampoco que los ordenadores robados en la acampada lo hayan sido por chorizos empleados directamente por el poder, que quiere saber qué se cuece dentro del movimiento.

Otra de las cosas que está ocurriendo en la red es el segundo paso –uno, que ya tiene una edad, lo ha visto en múltiples movilizaciones- del manual de los esbirros del sistema: desprestigiar y desautorizar la movilización con intoxicaciones varias, sobre el origen de todo esto, como si fuera un movimiento para encontrar una oposición digerible, manipulable y canalizar así el descontento que de otra manera, podría tomar otros tintes. No hay que olvidar que la primera misión de los servicios y la policía secreta es justificarse a sí mismos, tanto como intentar controlar toda disidencia que pueda cambiar radicalmente el orden constituido.

En esta reflexión rápida, también tendría que hacer alusión a la velocidad del movimiento. Frente a los que pensamos que es el momento de bajar el pie del acelerador, de propiciar la reflexión, la discusión en otros ámbitos, llevarlo a los barrios, a las escuelas, a la universidad, a las fábricas y los tajos, están los que aún piensan que todo hay que hacerlo rápido, porque una de las características de la revuelta es la velocidad, el seguir saliendo en los medios, curiosa paradoja también la de criticar a los medios y no criticar esa continua necesidad de estar en lo alto de la actualidad, sea dentro o fuera de las redes sociales.

Es por eso que creo que hay que poner fin a la acampada de sol tras el 29 de mayo y buscar alternativas en acampadas en los barrios, o acampadas mensuales, o con la periodicidad que se quiera. Porque si no, todo puede degenerar. No hay más que quedarse por la noche para verlo claro. El ambiente de “perroflautas” se impone. No voy yo ahora a criticar que la gente fume lo que le salga de las narices o tenga tal o cual postura, pero la actitud de muchos de los que ahora duermen en Sol no es la misma que la de la primera semana.

AL FINAL, PARTIDO ÚNICO

Algunos han criticado que esta fabulosa energía no haya logrado cambiar absolutamente nada en el resultado de unas elecciones donde se sabía que el PP iba a arrasar. Aducen que el casi millón de votos nulos y en blanco han acabado favoreciendo a la opción ganadora, y que en efecto, hemos acabado con el bipartidismo: ahora volvemos a tener partido único. Ante eso creo que realmente habría que argumentar que precisamente se trataba de eso, de mostrar el descontento con la clase política, no de dar otra vez el apoyo a una opción pretendidamente de izquierdas para que luego volviese a traicionar al pueblo. Si no hubieran hecho una política tan nefasta para el trabajador y las clases medias, sometiéndose a los intereses de los poderosos mundiales, de los bancos -¿Dónde está ese dinero que les dio el Estado? ¿Por qué no les piden cuentas?-,  no hubieran cosechado estas tempestades. Han hecho lo mismo que haría la derecha más dura, papel que sistemáticamente le ha tocado al PSOE en esta democracia, desde los tiempos de las reconversiones industriales, etc. Y además, este movimiento es otra cosa, tiene una perspectiva más amplia y mayor calado. Habrá que ver cómo se concreta.

Porque frente a las miserias del poder, sin embargo, sigue habiendo un gran espíritu de cambio, de querer avanzar en la construcción de un mundo nuevo, y eso sigue siendo enormemente positivo. Frente a la multiplicación y atomización de las propuestas, algunas francamente ridículas, hay iniciativas que levantan el ánimo, como la que se va a efectuar contra los bancos el 30 de mayo, con la retirada simbólica de 155 euros de nuestras cuentas, para darles un primer y serio aviso de que tienen que cambiar su modus operandi. Iniciativa, por cierto, que no se sabe si realmente es “oficial” del movimiento, o espontánea, pero que ha surgido en las asambleas y se ha distribuido ya ampliamente por la red. Eso sí me parece una buena idea. O la de presionar para que el parlamento legisle una ley sobre las hipotecas y para evitar que los que no puedan pagarlas, además del piso, estén endeudados de por vida, porque los bancos nunca pierden (hay alguna formación política que ya lo propuso).

Resumiendo: hay que tener paciencia, no tener tanta prisa –a veces es difícil, con las ganas de cambio profundo, yo mismo estoy aprendiendo mucho en ese sentido- reflexionar, seguir hablando pero fijar unos mínimos de actuación, porque esto no ha hecho más que empezar y a ambos lados del camino hay tentaciones de todo tipo. Y frente a este “tsunami” de corazones y deseos, de entusiasmos, la realidad del sistema es dura de roer. Hay que dejar paso a otra manera de hacer las cosas, sin excluir la toma de las plazas (otro hallazgo, la utilización de los espacios públicos como ágora). Por la propia salud y vigor de lo iniciado en la Puerta del Sol. Porque nos va mucho en ello. Tenemos que seguir aportando cosas, pero ser también autocríticos. No todo vale. Eso sí, hay que seguir actuando mientras llega la revolución.

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Alfonso Domingo, periodista, documentalista y escritor, ha trabajado en diarios, semanarios, radios y TV. Especialista en información internacional, reportero de guerra, director de documentales, en su haber figuran más de cien trabajos, dos novelas premiadas (“La madre de la Voz en el Oído” (Ed. Fundamentos, 1992), III Premio Feria de Libro de Madrid y “La Estrella Solitaria” (Algaida, 2003), VII Premio de novela “Ciudad de Salamanca”), además de varios libros de ensayo, relatos y viaje.

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