SALVEMOS EL ÁRTICO

El Ártico se queda sin hielo. Pero para los especuladores no hay mal que por bien no venga. La desaparición de esta capa protectora, fundamental para la ventilación del planeta, está facilitando y abaratando la posibilidad de perforar su subsuelo para extraer petróleo. De nuevo, sólo un esfuerzo de los países implicados en este territorio puede evitar el desastre que aceleraría, aún más, los efectos del cambio climático. Las consecuencias para España serían gravísimas: desaparecerían especies animales, flora y las estaciones de esquí por debajo de los 2.000 metros. Greenpeace y otras organizaciones ambientalistas luchan contra el reloj de los políticos para evitar que le den la puntilla con la explotación del oro negro. Todos podemos ayudar a su rescate.

 

FOTO  ©   Alfons Rodríguez, miembro de GEA PHOTOWORDS

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Por Marta Foyedo para GEA PHOTOWORDS

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La fiebre del oro, la carrera de diferentes países en busca de una expansión territorial, el paso del Noroeste con fines comerciales son sólo algunas de las causas que han llevado al hombre a explorar uno de los últimos lugares vírgenes del planeta. Hoy, son los recursos energéticos los que hacen que  el Ártico vuelva a ser el centro de todas las miradas.

Poco después de darse a conocer que la cubierta de hielo marino ártico está alcanzando sus mínimos y que llegará a ser navegable, comenzó una carrera sin precedentes entre las naciones con territorio en la región para hacerse con recursos codiciados como el petróleo o el gas natural. La extracción de éstos, cuya rentabilidad económica para las empresas interesadas es más que evidente, acarrea tras de sí grandes consecuencias para el resto del planeta.

Entre las más graves nos encontramos con condiciones climáticas extremas en distintas partes del mundo, como la sequía y las olas de calor, un aumento del nivel del mar que amenaza a zonas costeras o  pérdida de biodiversidad a lo largo del globo. Impactos provenientes del cambio climático y que inciden gravemente sobre el hielo del Ártico cuya principal función en el complejo ecosistema del planeta es reflejar gran cantidad del calor solar estabilizando así nuestras temperaturas.

 

DENUNCIA

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Ante esta fiebre por los recursos, organizaciones como Greenpeace se han propuesto proteger las aguas árticas mediante una petición a Naciones Unidas de hacer santuario natural a esta región. Para ello y bajo el lema «¡Salvar el Ártico es salvar mucho más!», han desarrollado una campaña por la defensa del territorio polar donde pretenden aunar las voces suficientes para poder ser escuchados.

Con más de 2 700 000 firmas en el mundo, en tan sólo 24 horas la acogida ha hecho que las organizaciones se muestren más que optimistas. Este mes de abril esas firmas ya han sido enterradas en una cápsula en el Polo Norte con ayuda de las comunidades indígenas de la zona, con el objetivo de poder recuperarlas en 2050 si es que, para entonces, todavía hay hielo en esta zona del planeta.

A pesar de que la organización ecologista resalte la indignación de las poblaciones de la zona, otros grupos como el Grupo Internacional sobre Asuntos Indígenas resaltan en su web aspectos positivos del deshielo para algunas de las poblaciones de Groenlandia: el beneficio que tendrá la desaparición del hielo para su agricultura y ganadería, o un aumento en el sector turismo entre otros. Lo que pretenden es poder adaptarse a los cambios y prosperar gracias a ellos sin tener que renunciar a sus tradiciones.

La presidenta groenlandesa, Aleqa Hammond, quién ve en estas nuevas posibilidades de comercio una puerta hacia la independencia, cree necesario la imposición de regalías para las empresas a fin de proteger el medio ambiente. «No queremos frenar el proceso, pero necesitamos leyes apropiadas y usaremos el tiempo que sea necesario» afirma Hammond.

En otro lado del conflicto se encuentran las petroleras como Shell, BP, Repsol, Exxon o Gazprom que ven en la perforación una gran rentabilidad económica por lo que no dudan en invertir grandes cantidades en el proyecto a pesar de las protestas ciudadanas. Su mayor argumento, es la necesidad de petróleo ante el agotamiento de otras excavaciones en los próximos años.  Pilar Marcos, responsable de la campaña de Greenpeace se muestra muy contundente al afirmar a GEA que: “no merece la pena hipotecar nuestro futuro de esta manera por una cantidad de petróleo que sólo abastecería tres años al planeta. Para las empresas sí, pero para el resto de la humanidad lo mejor es cambiar el modelo energético e intentar depende menos de éste recurso”.

 

¿ECOLOGISMO TOTALITARIO?

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Ante este tipo de declaraciones las petroleras acusan a los ecologistas de pretender volver a una ‘Edad de Piedra’ cosa imposible en pleno siglo XXI. En opinión del director del Fondo Nacional de Seguridad Energética, Konstantin Símonov, las organizaciones han dejado de diferenciar entre un ecologismo totalitario y una postura razonable y lógica ante la situación. “Pronto pondrán los derechos de los osos polares y las morsas por encima de los derechos del hombre” añadía. Pilar Marcos responde al escuchar estas declaraciones  que las organizaciones no persiguen una desaparición total de la dependencia al petróleo sino que proponen “el aprovechamiento de otro tipo de fuentes como por ejemplo la energía solar en nuestro país, ya que España es el país europeo con más horas de radiación solar al año y el que menos placas solares tiene”

Otras organizaciones como WWF también trabajan para defender el medio ambiente, de este modo el pasado mes realizaron la ya conocida ‘Hora del Planeta’ con un récord en participación de 150 países. El deshielo en el Ártico es un tema con el que llevan lidiando varios años debido a su preocupación por la posible extinción del oso polar. Junto con Canon llevan a cabo un programa de rastreo de este animal y una gran campaña para proteger su hábitat.

Pero todas las organizaciones se encuentran con el mismo problema de concienciación y es que el handicap de esta nueva carrera a la que muchos llaman la fiebre del Ártico, es la lejanía del terreno: estando a más de 5 000 kilómetros resulta difícil identificarse con la gravedad de la pérdida de esta región.

Un estudio reciente realizado por Greenpeace, ha revelado las consecuencias directas en nuestro país, entre ellas, la extinción del oso pardo asturiano, de especies como el alcornoque, que supondría una traba en el desarrollo de la industria del corcho, o las estaciones de esquí por debajo de los 2 000 metros de altitud, para el 2020. Llegados a este punto cabe preguntarnos ¿estamos dispuestos a pagar un precio tan alto?

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Súmate a la campaña de GREENPEACE

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Marta Foyedo Lahoz es estudiante de Periodismo en la Universidad Complutense de Madrid y de Ciencias Ambientales a través de la UNED. Ha colaborado en elrotativo.org y trabajado en Cauromedia realizando un programa radiofónico de cultura y escribiendo noticias para la web madrid actual.

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