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LAS MONTAÑAS DE LOS NÓMADAS (I)

Todavía existen rincones del mundo donde el tiempo parece esperar a que alguien lo active para sentir que estamos en el siglo XXI. En esta ocasión viajamos hasta un lugar perdido entre las montañas mas altas de la tierra, en la frontera entre Tíbet y Nepal, un lugar sobrecogedor, formado por profundos valles y aislado del mundo exterior por cumbres que superan los siete mil metros de altitud. A pesar de su belleza la vida es muy dura, tan dura que solo los Dolpo-pa han sido capaces de adaptarse y sobrevivir.

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Aldea de Yangchergompa, Dolpo. Frontera con Tíbet.

FOTO  ©  Ángel López Soto, miembro de GEA PHOTOWORDS

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Por Gerardo Olivares, miembro de GEA PHOTOWORDS

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Hacía unos días que había llegado de Níger donde había estado atravesando el desierto del Teneré acompañando a una caravana de camellos en busca de las minas de sal de Fachi. Este viaje formaba parte de un documental para televisión sobre las caravanas de sal en el mundo y mi siguiente destino iba a ser la desconocida y perdida región del Dolpo, situada al oeste de Nepal, en la frontera con el Tibet. Allí, con la llegada de la primavera, los Dolpo-pa preparan sus caravanas de yaks cargadas de sal para iniciar un peligroso viaje hacia las tierras bajas del sur, atravesando la cordillera del Himalaya.

Durante mi travesía por el Teneré leí “El Leopardo de las Nieves”, el celebre libro de Peter Matissen (es Matthiessen) donde describe el Dolpo como un lugar remoto, de muy difícil acceso pero de apabullante belleza. De esto último tenía constancia después de haber visto, unos años atrás en un cine de Katmandú, el largometraje “Himalaya” del cineasta francés Eric Valli. Lo que nunca me podía imaginar era lo difícil y complicado que resultaría llegar hasta el Dolpo, desde luego que a Matissen no le faltaba razón cuando escribió que era “un lugar remoto y de muy difícil acceso”.

Acompañado por el productor de campo Pablo Meliveo y por el fotógrafo Ángel López Soto, miembro también de GEA PHOTOWORDS, viajamos en un pequeño avión de hélice de la compañía Buddah Air, hacia el aeródromo de Juphal, la única pista de aterrizaje del Dolpo y posiblemente el aeropuerto comercial mas peligroso del mundo. Todos los viajeros que han tenido la oportunidad de hacer este vuelo coinciden en que es una experiencia única e inolvidable. El viaje es un continuo sobresalto por las fuertes turbulencias que zarandean la aeronave con violencia y porque literalmente se vuela entre un laberinto de montañas que superan los seis mil metros de altitud, sin escapatoria posible ante un hipotético aterrizaje de emergencia, pero con unos paisajes únicos y espectaculares.

Tras noventa minutos de infarto y cuando uno piensa que lo peor ha pasado, el aparato comienza la aproximación hacia la pista, que vista desde el aire cuesta creer que se pueda aterrizar ahí abajo. Imagínense una pista de no mas de 300 metros de longitud, cavada a cuchillo y clavada en la ladera de una montaña a 5000 metros de altitud (el pueblo está aunos 2400 mts), con un desnivel del 14% y donde un peñasco de 20 metros de altura, que surge de la cabecera de la pista, obliga a la aeronave a trazar una ruta de aproximación similar al garabato que dibujaría un bebé. El viajero lo único que percibe, desde su posición a través de la ventanilla, es que se va a estampar directamente contra la montaña.

Nada mas detenerse el avión y sin apagar los motores, varios trabajadores del aeropuerto hicieron su aparición y, como si se tratara de un asalto o de un simulacro de evacuación, comenzaron a descargar y a volver a cargar viajeros y equipaje a toda velocidad. En un abrir y cerrar de ojos nos encontramos fuera del aparato, rodeados de nuestro equipaje y observando como el vuelo de Buddah Air iniciaba de nuevo el despegue. En alta montaña las tormentas y el mal tiempo pueden aparecer en cuestión de minutos.

Por señas quisimos felicitar al piloto, mas que por su destreza que era indiscutible, por jugarse la vida permitiendo una salida hacia el mundo exterior de unas gentes que, de otra manera, tendrían que caminar varios días para llegar, por ejemplo, al hospital mas cercano. Durante el vuelo, Gurung, el piloto, nos contó que solo hay tres pilotos en todo el país capaces de aterrizar en aquel lugar. Sigue leyendo →