Tag Archives: Lucía Retuerto Larumbe

 

FRONTERA SUR – YOUSSEF

La historia de Youssef, un muchacho marroquí que ha logrado abrirse camino en Melilla, es un ejemplo de superación, una excepción que confirma la regla de las dificultades para sobrevivir de los menores no acompañados que llegan clandestinamente a España. Escapó de su casa con ocho años, estuvo de mendigo en la frontera, trabajó como porteador y evitó a duras penas caer bajo la bota de la droga. Le metieron en un centro de menores. Aprendió un oficio y se hizo atleta. Hoy, ya mayor de edad, trabaja como camarero en la ciudad. Una vida para tener en cuenta especialmente hoy, en el Día Universal de los Derechos Humanos.

.

El centro de menoresLa Purísima”, un antiguo fuerte militar. Melilla.

FOTO  ©  Ángel López Soto, miembro de GEA PHOTOWORDS

.

Por Lucía Retuerto Larumbe para GEA PHOTOWORDS

 

Youssef (nombre figurado para proteger su identidad) tiene ocho años cuando decide dejar atrás su hogar. No guarda un recuerdo muy nítido de esa época. Su familia no tenía dinero, tampoco ningún proyecto. Apenas iba a la escuela y se pasaba todo el día en casa. Desde pequeño toma conciencia de que tarde o temprano tendrá que salir de su ciudad y el momento llega cuando se entera de que hay trabajo a pocos kilómetros. Tras una semana de dudas, el chico recoge sus escasas pertenencias y sin decir nada, sale de su casa.

Se dirige a Beni Enzar, ciudad fronteriza del norte de Marruecos, que tiene como principal recurso el contrabando. Se trata de un lugar de tránsito hacía Melilla. Encuentra la localidad peligrosa e insalubre, la mayor parte de los edificios está en ruinas y las calles no tienen asfalto. Si bien el sitio no es nada de acogedor, se convertirá en un hogar para Youssef durante los dos años siguientes. Su trabajo consistirá en pasar mercancía de un país al otro. En su labor, le acompañarán muchos otros niños; los menores pasan más desapercibidos en el paso fronterizo. La paga es pequeña y a menudo Youssef recurre a la mendicidad. A lo largo de todo este tiempo, el chico duerme en garajes abandonados, escaleras o portales. Tiene que estar siempre alerta, mantenerse alejado de las peleas, pero a la vez hacerse respetar por el resto de compañeros y ganarse el favor de los policías marroquíes. Youssef cuenta con la ayuda de los comerciantes de la zona y de vez en cuando le dejan lavarse en los cafetines. Pero con el tiempo, se da cuenta de lo precaria que es su situación, todo a su alrededor está viciado; los chicos tienen muchos problemas, sobre todo con el hachís y el pegamento.

Corre el rumor de que en la ciudad vecina de Melilla existe un centro que se hace cargo de los niños que llegan desde Marruecos. Cada semana, consiguen colarse decenas de menores, aprovechando las horas de mayor afluencia en la frontera.
Como ellos, Youssef, tras un par de intentos frustrados, logra entrar en territorio español. Pero una vez allí, se encuentra perdido. No conoce la ciudad, ni entiende el español. Deambula por las calles de Melilla hasta altas horas de la madrugada y nadie se acerca a hablar con él. Cada día intenta buscar trabajo pero es imposible. Duerme durante varias semanas en la calle hasta que un vecino se preocupa por su situación, le proporciona alimento, algo de ropa y le convence para que acuda a la Policía Local. Una vez en comisaría, los agentes le acompañan a su nuevo hogar, el centro de menores de La Purísima, la Ciudad Autónoma se encargará de su tutela hasta que cumpla los 18 años.

La primera traba con la que se encuentra el recién llegado es administrativa. Youssef no conserva su partida de nacimiento ni ningún otro documento oficial. De memoria, sitúa en los ocho años su salida del hogar y calcula otros dos, de estancia en Beni Enzar. Sin embargo, las pruebas óseas, realizadas por las autoridades españolas, determinan que el chico no tiene diez, sino 12 años. Aunque no se muestra conforme con el resultado, Youssef empieza a saborear las ventajas de su nuevo hogar, vuelve a dormir en una cama con sábanas y almohada, el centro dispone de duchas y de un comedor. Sin embargo, acostumbrado a vivir en la calle con total libertad, el reglamento y los horarios le parecen muy estrictos. Sigue leyendo →

 

FRONTERA SUR – JOSÉ PALAZÓN

Don Quijote tiene nombre, sombra y figura en Melilla. Se llama José Palazón, 56 años, estudió empresariales y en sus ratos libres dirige una academia en la Ciudad Autónoma. Porque, desde que fundó la Asociación Pro Derechos de la Infancia (PRODEIN), su verdadero trabajo consiste en ayudar a los menores indocumentados, inmigrantes de cualquier origen, […]