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DETRÁS DE UNA FOTO | ANTONIO ARAGÓN

DETRÁS DE UNA FOTO es una sección semanal de GEA PHOTOWORDS. En ella, reconocidos fotógrafos profesionales, autores emergentes o estudiantes de fotografía nos comentan una de sus imágenes. Nos ofrecen sus palabras, su mirada y su agudeza; en definitiva, su captura del binomio espacio-tiempo. Esta semana presentamos al fotógrafo Antonio Aragón, reciente ganador del I Premio de Fotografía Documental GEA PHOTOWORDS.

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Whitney.

FOTO ©  Antonio Aragón

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Y de repente apareció. De la nada. Como casi todo lo bueno que acontece delante del lente de la maltrecha, amada y vapuleada caja oscura. De entre la marea humana plena de sufrimiento que día tras día se reunía frente a la consulta de los médicos “batules” (blancos en lengua Moba) en busca de ayuda y consuelo. Cientos y cientos de pacientes abarrotaban la explanada intentando arañar cobijo a la sombra de un precioso mango. Rostros demacrados por el brutal clima, el estómago vacío y los demasiados kilómetros caminados arrastrando su pena y sufrimiento. Descalzos, con las ropas raídas y el sol surcando sus erosionadas mejillas…

Y allí estaba, un treinta de octubre de dos mil nueve. Allí apareció de la mano de su madre. Con su vestido de fantasía y sus ricitos al viento. Seria, impertérrita, escudriñando el escenario con sus preciosos ojos negros. Negros y profundos como su África, como mí África, como el África que sufre anónimo en el más absoluto olvido. Whitney, fue el apodo que la encajamos cariñosamente.

Cuando era bebe, más bebe, una olla con agua hirviendo cayó sobre su manita, un mal endémico para la niñez de la sabana que pulula alborotada en las costillas de su mama mientras prepara el escaso “golpe” diario. Quemadura total que derrite los tejidos. Quemadura que suelda extremidades y tronco, que limita los juegos, que grita en la silenciosa noche… que mata. Aunque tuvo suerte nuestra Whitney, mucha y por partida doble. Suerte ya que el incandescente fluido cayó de refilón sobre ella (hemos visto –y tratado- cientos de niños que no tuvieron tanta suerte) y con doblete, ya que llegó a la consulta de OASIS en la que sus cirujanos consiguieron liberarla de su áspera y dolorosa carga…

Amo a Whitney. Amo a todas y cada una de las Whitneys que me he encontrado a lo largo de todo este tiempo de deambular con las Nikon. Pero lo que más amo es verlas al fin sonreír… algunas veces en mis sueños…y otras muchas más en la que esos sueños se convirtieron en realidad.

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 ANTONIO ARAGÓN. `Siempre he amado la fotografía… y contar historias. Recorrer rostros, caminos, luces… y sombras. No tengo la menor idea de lo que puede llegar a durar una vida. Ni lo interesante o no interesante – el aburrimiento rige en demasiados corazones- que puede suceder dentro de ella. Pero de lo que sí estoy claro, es de la maravillosa y perfecta división de un segundo en mágicas fracciones de luz y color. Y eso en mi mundo, en mi mente sería más acertado, es un argumento más que suficiente para incluso dejarse la vida robar.

Un cientoveinticincoavo de segundo puede ser lo más parecido a la eternidad. Y se hizo la luz. Y eso ocurrió en alguna lejana tierra al otro lado del vasto océano…´