TRANSEXUALES – TERCER GÉNERO EN INDIA

El Tribunal Supremo de India reconoce desde el pasado 15 de abril a los hijra (transexuales, eunucos…) , como un tercer sexo diferente al femenino y al masculino. Una medida que pretende acabar con su discriminación en un país en el que paradojicamente las relaciones homosexuales son ilegales.

 

Bhuj-Eunucos y gente

 `Hijra´de Bhuj, Gujarat. India.

FOTO  ©  Ángel López Soto, miembro de GEA PHOTOWORDS

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Por Lucas de la Cal para GEA PHOTOWORDS

 

No son hombres ni mujeres.  No son transexuales ni travestis. Tampoco son eunucos, ni hermafroditas, ni homosexuales. Más bien se consideran “transgender”. Son el tercer género. Se llaman hijras -término hindú usado para describir a las personas transexuales-, una de las comunidades más desconocidas, controvertidas y estigmatizadas del mundo.

La India intriga y fascina. Pero llama la atención sobre todo a causa de sus ambigüedades en cuestiones sobre la sexualidad. En la tierra que vio nacer el Kama-Sutra, el manual sexual y de amor de referencia mundial, ya hay un tercer género. El pasado 15 de abril, el Tribunal Supremo de India hacía pública una sentencia histórica en la mayor democracia del mundo. En un país donde siguen estando prohibidas las relaciones homosexuales -penalizadas hasta con 10 años de prisión-, millones de ciudadanos ya no tendrán que elegir entre varón o mujer en documentos oficiales y registros. Se les ofrece la opción de un tercer género, con el propósito de acabar con la profunda discriminación y marginalidad a la que han sido relegadas durante las últimas décadas la mayoría de los más de tres millones de hijras.

«Los transexuales son también ciudadanos de este país. Es el derecho de cada ser humano elegir su género. El espíritu de la Constitución de la India es garantizar la igualdad de oportunidades, para que puedan desarrollar todo su potencial, sin distinción de casta, religión o género», destacaron los jueces K. S. Radhakrishnan y A. K. Sikri en su sentencia para reconocer el tercer género de manera formal.

El fallo judicial también recomendó a los estados y al gobierno central elaboren sistemas de asistencia social para la tercera comunidad de género y ejecutar campañas públicas de sensibilización para borrar el estigma social que existe en el país.

Hasta ahora en la India los transexuales debían marcar la casilla «hombre» o «mujer» en los documentos oficiales, pero tras la sentencia del Supremo el Gobierno deberá emitir pasaportes y licencias de conducir que incluyan el nuevo género.

Se calcula que hay entre 3 y 4 millones de hijras en toda India. Aunque la mayoría nacieron varones, se refieren a sí mismas en femenino y visten ropas de mujer, sin que ello les otorgue identidad femenina, lo que les diferencia claramente de nuestros paradigmas culturales acerca de la homosexualidad o transexualidad. Alrededor de un diez por ciento de la población mundial, encajaría también en la calificación de tercer sexo. Aceptados en la Roma clásica, fueron perseguidos y martirizados en la Europa Occidental tras la caída del Imperio Romano. La religión los veía como degenerados y en el mejor caso como enfermos que podían ser curados de tal abominacion con la tortura y recientemente con el tratamiento medico. En la biblia se dice que los homosexuales no heredaran la tierra, pero el Papa Francisco, respondía hace unos meses: «¿Quién soy yo para condenar a los homosexuales?».

Ahora, la India se ha convertido en uno de los pocos países en el mundo que ofrece el «tercer género». Nepal fue el pionero en reconocerlo en su censo en 2007. A principios de abril de este año, Australia aceptó la opción de este sexo como «neutro». En noviembre de 2013 Alemania se convirtió en el primer país europeo en permitir que en los certificados de nacimiento figure este género.

 

Hijra de Bhopal

 `Hijra´de Bhopal, Madhya Pradesh. India.

FOTO  ©  Ángel López Soto, miembro de GEA PHOTOWORDS

 

HIJRAS, DE CONSEJEROS AL OSTRACISMO

Cuenta la leyenda que, hace más de 20.000 años, el soldado Aravan, hijo de Arjuna, se lamentaba por morir soltero el día antes de librar la gran batalla. Había prometido su sangre a los dioses como ofrenda para la victoria y ninguna mujer deseaba casarse con un hombre que moriría la noche siguiente. Pero el dios Krishna escuchó el lamento y se transformó en Mohini, una bellísima doncella, para unirse a él. Al día siguiente Aravan murió, y Krishna lloró por él como una viuda.

Para conmemorar estos hechos, los hijras (también llamados “aravanis” en el sur del país) peregrinan cada abril a Koovagam, en Tamil Nadu, para celebrar allí su boda con Krishna y honrar al marido muerto, engalanados como novias y como viudas en una colorida fiesta.

La religión hindú destaca por no tener una definición de sexos demasiado clara. Sus dioses a veces son diosas, o viceversa. Los hijras hacen gala de ese “tercer sexo”. Han formado parte de la vida cotidiana en India desde la antigüedad y han disfrutado del reconocimiento social a lo largo de la historia. Por ejemplo, durante el imperio mogol los hijras ejercían de cuidadoras de los hijos del emperador y consejeras de Estado, tenían amplias propiedades y sirvientes. Pero con la llegada del imperio británico y sus estrictas normas morales, los hijras fueron condenadas al ostracismo.

Sin embargo, su influencia en las clases populares sigue siendo evidente en la actualidad. Se cree que poseen el poder de bendecir o maldecir y de favorecer (o impedir) la fertilidad, por lo que habitualmente son requeridas en el nacimiento de un bebé, una boda, una inauguración… También se acude a ellas para librarse del mal de ojo o para solicitar su influencia antes de una decisión importante. A cambio, reciben generosas ofrendas en forma de dinero, arroz, azúcar, etc. Todo el mundo tiene especial cuidado con esto, ya que una ofrenda escasa puede resultar en una maldición. Sus «poderes mágicos» despiertan temor y admiración en una cultura tan supersticiosa.

Actualmente la comunidad hijra se organiza en casas, regentadas por un “nayak” (suele ser el hijra más anciana) que les protege y representa. Allí aprenden y practican el canto, la danza y diversos «rituales mágicos».

 

Lucas de la Cal Martín es colaborador de GEA PHOTOWORDS y del periódico El Mundo. Es diplomado en Educación Sexual y Prevención de ITS (Infecciones de transmisión sexual).

 

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