Corea del Norte, el país eremita, el reinado extraño, la dictadura `perfecta´. Marcada por la injusta división en dos mitades asimétricas e irreconocibles entre sí, la mitad estalinista de la controvertida península asiática malvive entre el surrealismo, la crueldad y la hambruna permanentes. Pocos han andado por allí desde 1945, y han salido para contar cómo se vive allí donde la Guerra Fría nunca se dio por terminada. El periodista y escritor Bruno Galindo, autor de `Diarios de Corea´, forma parte de ese club de excepciones. Sus crónicas, aquí extractadas, reflejan la soledad, la alienación y el absurdo que reinan en tierras del novato Kim Jong-un. Bruno pudo entrar y salir. Ellos permanecen. Nosotros lo vemos en este reportaje.
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Mausoleo de Kim Il Sung.
FOTO © Bruno Galindo
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CUARENTENA EN PYONGYANG
Por Bruno Galindo para GEA PHOTOWORDS
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El Hotel Sosan tiene treinta plantas, el color del lodo y un aire triste de abandono. Emerge, como un gran ladrillo de pie y con las esquinas redondeadas, entre el inmenso verdor del distrito Mangyondae, al suroeste de Pyongyang. La ‘o’ de Sosan es ligeramente más grande que la ‘o’ de Hotel. No parece llenarse a menudo.
Si se duerme en una habitación exterior, es normal despertarse al alba con los himnos que propagan los altavoces de la zona –Mi país es el mejor, Pensamos en el Líder día y noche, Hacia la batalla decisiva-, o con las ahogadas detonaciones que retumban desde las zonas de maniobra militar, al otro lado del río Sunhwa. En las noches de verano puede uno sentarse en el balcón y, junto al ronroneo del aire acondicionado, esperar a ver como se encienden o apagan, en bloque, los distintos barrios de la ciudad.
Rutinas de Pyongyang. En la televisión se ve exactamente la misma programación que ayer a la misma hora. Mañana será igual. Variedades musicales infantiles: primero el número de las niñas-peonza, con sus trajes caqui y sus condecoraciones de juguete, sus revólveres de plástico y su danza marcial. Después los chiquillos del xilófono, colores eléctricos, pulso infalible. Luego vienen las diminutas violinistas, capaces de acometer los Caprichos de Paganini sin recurrir a superfluas partituras y sin desdibujar la sonrisa. Niños que cantan arias con la autoridad de tenores austriacos. Éxtasis de platillos y tambores triunfales, acelerados teclados que cabalgan sobre melodías en perpetuo crescendo. Todo explosiona invariable y periódicamente en un arrebato de aplausos metálicos. Y al fin, en la aparición de una figura completa e iluminada bajo un azul espléndido del que provienen los ecos de un coro celestial. Es el Glorioso Camarada y Gran Líder Kim Jong-il.
Primera parte del noticiero. La cámara recorre de arriba abajo, en una serie de larguísimos planos, las páginas de un periódico formato tabloide: es el Rodong Sinmun, el Diario del Pueblo. La voz de mando lee con solemnidad las noticias del día, en todas las cuales se escuchan los nombres del fundador de la nación, Kim Il-sung (muerto en 1994 y nombrado Presidente Eterno de la República Popular de Corea) y Kim Jong-il (su primogénito, máximo dirigente de facto desde aquel año, y actualmente Secretario General del Partido del Trabajo, Presidente del Comité de Defensa Nacional y Comandante Supremo del Ejército Popular de Corea). La imagen se va deslizando sobre el texto en escritura hangul -una interpretación simplificada de los caracteres kanji chinos-; así hasta barrer, de arriba abajo, las siete columnas de que consta el rotativo oficial. Un precario efecto digital cumple la función de un dedo humano pasando las páginas, en las que se han escatimado las fotografías. La lectura, sin pausas, dura una media hora. La segunda parte del noticiero se refiere a una veintena de extranjeros que ha aterrizado hace escasas horas en el país para expresar su simpatía por la Idea Juche –nombre que recibe la peculiar doctrina socialista norcoreana, síntesis del ideario marxista-leninista y el reglamento moral de la China medieval de Confucio-, e incluye, ahora sí, imágenes en vivo de las actividades realizadas a diario por este contingente. Las mismas imágenes serán reemitidas en otros momentos del día, ante la eventualidad de los inoportunos cortes eléctricos, que puedan impedir a cada ciudadano verlas en su totalidad. Sigue leyendo →