EL TERCER JINETE – EL HAMBRE VERDE (I)

Más de seis millones de personas pasan hambre en Guatemala, el país más afectado por este problema en todo el continente. Un hambre con diferentes matices respecto al africano. Un hambre y una desnutrición ocultos y de acción lenta que mina el futuro de las próximas generaciones, mermando el desarrollo intelectual y físico de los que lo padecen. En dos entregas, seguimos narrando esta geografía del desamparo de la mano de Alfons Rodríguez, con su serie sobre «El tercer jinete».

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Comunidad de Lajas en Chiquimula. Una de las zonas con índices de desnutrición más elevados.

FOTO  ©   Alfons Rodríguez, miembro de GEA PHOTOWORDS

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Por Alfons Rodríguez, miembro de GEA PHOTOWORDS

 

La vista aérea, desde el avión que despega de Madrid y que cruzará el Atlántico con destino a Centro América, me provoca la primera reflexión sobre el tema. Dejando atrás la capital española, un gigantesco tapiz con diferentes tonalidades de verde cubre una superficie inabarcable para el ángulo de visión humana. Recortadas parcelas de tierra fértil, bien peinada y nutrida, que de forma regular y sobrada nos aportaran los alimentos necesarios para nutrirnos, crecer, desarrollarnos y vivir apaciblemente  durante nuestra existencia.

Pero a una decena de miles de kilómetros de distancia o a menos de un día de viaje, según se quiera ver, la realidad presenta otra cara bien distinta: más de seis millones de guatemaltecos pasan hambre o están severamente desnutridos.

Antonia Grisostomo tiene 20 años. Su hija Mirna Rosivel tiene casi 2 años y apenas pesa 7 kilos. “Somos de la comunidad de Tesoro, en el municipio de Jocotán y ahorita llevamos ya 15 días acá en el hospital”, aclara con timidez Antonia. Todavía más le cuesta explicarme donde está su marido: “ Mi esposo fue asesinado por ser infiel con otra  mujer, lo balearon los familiares de la otra mujer…al enterarse”. La violencia es algo terroríficamente normal en Guatemala. Igual que la desnutrición.

La pequeña Mirna es otra de esos 6 millones de hambrientos. Su carita hinchada delata que padece desnutrición del tipo kwashiorkor, es decir una falta grave de proteínas que produce un efecto engañoso a simple vista. El niño, en estos casos,  suele aparecer hinchado por retención de líquidos y el mal funcionamiento de los riñones. Suelen ser niños depresivos y apáticos con mucha facilidad para enfermar, con infecciones de todo tipo por la carencia de defensas. La palabra kwashiorkor proviene de África y viene a significar algo así como “después del destete”. Mirna tiene, además de un peso poco adecuado a su edad, manchas en la piel, cabello frágil, anemia y diarreas. Si consigue sobrevivir a los 5 primeros años de su vida, –el periodo crítico- su problema no se acaba ahí. Su desarrollo intelectual y psicomotriz nunca será normal. Mirna no tendrá las mismas capacidades y por tanto tampoco las mismas posibilidades de salir adelante en la vida que si se hubiera alimentado como es debido durante su infancia.

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ACCIÓN CONTRA EL HAMBRE

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Carlos Izaguirre es nutricionista y trabaja en los proyectos que Acción Contra el Hambre desarrolla en Guatemala. Su labor la desempeña en la zona conocida como el Corredor Seco, que abarca toda la franja central del país y es la más afectada por el hambre estacional. Un tipo de hambre que sobreviene cada año cuando se acaban las cosechas y/o cuando estas han sido castigadas por la sequía o las tormentas tropicales.

Izaguirre es un tipo joven pero comprometido con este grave problema de su país. Un problema olvidado por el gobierno, según él. “Mientras que la media nacional de desnutrición infantil crónica es del 48%, aquí en el Corredor Seco y en las etnias indígenas como la Chor’ ti’, es casi del 70%”. Asegura. “Además, la desnutrición aguda severa es del 1,5% a nivel nacional y en el caso del Corredor es de hasta el 3%. El límite aconsejado por la OMS es del 2,5%”.

El nutricionista explica que existen dos tipos de desnutrición según el nivel de afectación: una es la crónica, que puede ser moderada o severa y cuyo principal indicador es la proporción entre la edad y la estatura del afectado. Por otro lado está la desnutrición aguda, que también puede ser moderada o severa. En este caso el indicador es la comparativa entre el peso y la estatura del paciente.

Si clasificamos la desnutrición por cuadros sintomáticos existen dos tipos: el Kwashiorkor, antes mencionado y el más abundante en esta región del planeta, y el Marasmo, más frecuente en África y que se caracteriza sobre todo por una delgadez extrema debida a una falta casi total de alimentos, ya sean proteínas o hidratos. Existen casos de niños con una combinación de los dos tipos. Ambas pueden ser mortales. Y de hecho lo son en demasiados casos.

El Doctor Juan Manuel Mejía lleva casi 7 años al cargo del Centro de Recuperación Nutricional de Jocotán, apoyado por Acción contra el Hambre. Todo y así ni la ayuda del Gobierno ni la de la ONG es suficiente y la norma es la falta de recursos, sobre todo en la época dura, entre junio y septiembre, que es cuando más escasean los alimentos. “La desnutrición trae muchos problemas a la sociedad indígena, no sólo la evidente carencia de defensas en los niños y las enfermedades derivadas, sino que augura un triste futuro”. El Doctor asegura que todo un componente social, histórico y cultural desestructura las familias y por lo tanto las comunidades enteras. Y tiene razón. Veamos cual es la explicación si a simple vista este país es un vergel de vegetación, habitado por etnias mayas que se ubican en bellos parajes salpicados de idílicas aldeas. Ese hambre verde, término de origen evidente, que cuesta vislumbrar a simple vista.

La zona del Corredor Seco es castigada por sequías e inundaciones continuamente.

FOTO  ©   Alfons Rodríguez, , miembro de GEA PHOTOWORDS

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CULPABILIDAD OCULTA

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En 2009, tras una interminable sequía entre julio y septiembre que afectó sobre todo en el Corredor Seco, se perdió casi el 90% de toda la cosecha de maíz y frijol – el alimento básico principal en esta zona-. Esta catástrofe afectó a dos millones y medio de personas. Murieron 17 niños por desnutrición severa.

Las tormentas tropicales de 2010 y sobre todo la depresión E-12 de octubre de 2011 han causado estragos en las cosechas de una buena parte del país. Sin que todavía haya datos de 2011, 462 personas han muerto en 2009 y 2010 por la falta de alimentos al perder las cosechas. Este año, la cuenca del rio Coyolate ha sido una de las más afectadas. En el departamento de Escuintla, en las comunidades ribereñas del Coyolate, los asentamientos del municipio de Nueva Concepción han perdido casi la totalidad de la cosecha y una buena parte de los animales de granja.

Gerson Caal y su familia no tenían una mala situación este año. Pero todo se vino abajo aquella noche de mediados de octubre. “El agua empezó a subir sobre las 11 de la noche y así estuvo hasta la madrugada, tuvimos que abandonar la casa”, narra con tristeza Gerson. Continúa: “Perdimos 10 marranos a 200Q cada uno y 11 pollos a 80Q”. “Se pudrió toda la milpa –como allí se conoce a los cultivo de maíz- y ahorita hay que volver a comprar la semilla, sembrar, abonar…”. En total su familia ha perdido unos 4.500.-Quetzales –unos 436 euros -, una cantidad gigantesca para su frágil economía.

Mayra Ileana Yáñez, de 41, años tiene 4 hijos. Vive en la Trocha 11, una comunidad arrasada por las lluvias. “estábamos durmiendo y el ruido que provocó el derrumbe nos despertó…fue terrorífico, siempre llueve mucho pero este año ha sido como nunca”. Carmen Mendoza también tiene 4 hijos y perdió su casa la misma noche que Mayra Ileana pero en la comunidad de La Laguna de Tehocate.

Carreteras y puentes derrumbados, cosechas perdidas, animales muertos. Desesperación y angustia. Acción Contra el Hambre construyó una serie de diques naturales a orillas del Coyolate y dispuso una serie de puntos de control y alerta del nivel de las aguas. Gracias a ello se han salvado vidas, pero luchar contra los elementos de la naturaleza no es fácil y el Gobierno debería poner más de su parte. Las barreras naturales fueron construidas por habitantes de las comunidades en riesgo. El 85% de los voluntarios fueron mujeres, como Mayra o Carmen, mucho más sensibilizadas y dispuestas por ser las más afectadas en caso de catástrofes. Ellas son las que cuidan de su casa y de los hijos, además de trabajar la tierra.

Henry Ramírez es colaborador de la CONRED –Coordinadora Nacional para la Reducción de Desastres-. Ramírez, vecino y afectado, es muy crítico con esta organización y con las medidas preventivas adoptadas. “No hacen todo lo que pueden, además el problema no es una tormenta o una inundación que ya ha pasado. Las aguas  que están por venir y su efecto, además de  el miedo por la certeza de que van a llegar sin falta en la próxima época de lluvias es lo que más martiriza a los vecinos de la cuenca. Así no se puede vivir.” Asegura Henry, que me pide si yo puedo hacer que alguien se ocupe de levantar de nuevo el afectado puente que les permitirá no quedar aislados durante la próxima tormenta.

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PRÓXIMA ENTREGA: El problema de la tierra y el acceso a los alimentos

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