HOMOSEXUALIDAD Y REVOLUCIÓN EN CUBA (II)

La fotógrafa documentalista Núria López Torres, miembro de GEA PHOTOWORDS, aborda en su proyecto `Sexo y revolución. Homosexualidad en Cuba´ el tema del VIH en la comunidad LGTB —en la que los hombres que mantienen sexo con otros hombres, entre los que se encuentran las personas trans, son el grupo con mayor número de afectados—.No hay que olvidar que el VIH continúa siendo una pandemia y que no se puede bajar la guardia en su prevención e investigación para encontrar una cura definitiva; también se debe recordar el estigma que sufren muchas personas seropositivas en cualquier sociedad.

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FOTO  ©  Nuria López Torres, miembro de GEA PHOTOWORDS

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VIH, violencia de género e identidad en Cuba

Por Nuria López Torres, miembro de GEA PHOTOWORDS

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A pesar de los esfuerzos que está realizando el Centro Nacional de Educación Sexual de Cuba (CENESEX), dirigido por Mariela Castro, en la prevención del VIH y en la respuesta al sida, las cifras no son nada halagüeñas. Según el Gobierno, el 10 % de los hombres que mantienen relaciones sexuales con otros hombres (HSH) son VIH-positivos. Sin embargo, fuentes no gubernamentales manejan cifras muy distintas que duplican las oficiales. Las diferentes partes implicadas (población, médicos, promotores de salud y el propio CENESEX) coinciden en que los HSH (gais, bisexuales y personas trans femeninas) han bajado la guardia en la prevención del VIH.

Me contaba Ninel en una entrevista el pasado septiembre en La Habana: “La gente ve a muchos seropositivos que están saludables, que están gordos, que tienen un buen poder adquisitivo, y dice: ‘Tener VIH es como tener diabetes’. Muchas dicen: ‘Es más malo tener cáncer’… Así que el VIH ya no constituye ningún problema…, eso es lo que pasa…, y también es que el sistema de salud ha llevado a las personas a pensar así, porque le han quitado importancia al VIH con todas esas reformas que han hecho del sistema de salud, con las dietas…”. Y añadía: … “y por muchos programas de prevención que hagan…, las personas no asimilan nada, porque, desgraciadamente, el mismo sistema ha hecho que las personas no asimilen…, porque al principio había demasiado cuidado y ahora no hay ninguno… Al principio, si tú infectabas te metían ocho años de prisión, y ahora pasa desapercibido…”.

En diferentes eventos sobre salud sexual celebrados en la isla y promovidos por el CENESEX, se ha constatado que en la década pasada un número importante de personas de estrato socioeconómico bajo se habían infectado de forma voluntaria con el VIH para poder tener acceso a lo que se le llama la “canasta” (dentro de la “famosa” cartilla de racionamiento existía un apartado destinado a las personas seropositivas que necesitaban una dieta especial, que les proporcionaba productos suplementarios: cereales, yogur, zumos, proteínas, etc.).

Ninel es una de las personas que de forma voluntaria se inoculó el VIH en el 2001. En aquella época se encontraba viviendo, por circunstancias familiares, con una amiga trans enferma de sida que tuvo que ingresar en el sanatorio y, para poder comprar algunos bienes que le hicieran la estancia algo más confortable en el hospital, se vio obligada a “vender” su casa (en Cuba, hasta el pasado año no estaba permitida la venta de las viviendas, pero, debido a la escasez de estas, se hacía de forma ilegal, sin documentos oficiales). Ninel  se encontró desamparada, sin un techo donde vivir. En un momento de desesperación, decidió que no quería quedarse sola. Pensó que si se inoculaba el VIH, podría tener un cobijo, alimentos y aseo en el sanatorio. El mismo día que cumplía 20 años, se autoinfectó. Tres días más tarde su madre se presentó en casa de su amiga para decirle que le habían cedido un cuarto pequeño donde podrían vivir ambas. Desgraciadamente, la madre reaccionó demasiado tarde.

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FOTO  ©  Nuria López Torres, miembro de GEA PHOTOWORDS

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Hoy en día viven las dos en La Habana, en una vivienda muy humilde que les permite estar juntas y afrontar con amor y apoyo mutuo los duros golpes que, en ocasiones, nos inflige la vida.

Uno de los motivos que apuntaban las personas trans para explicar el elevado número de infectadas por el VIH tiene que ver con el tipo de relaciones sentimentales que establecen con sus parejas más que con la práctica del sexo transaccional.

Ninel me seguía contando: “Muchas trans se enamoran, se someten y se subyugan a sus parejas, y se desprotegen pensando que estarán juntos para siempre… Yo les digo que el amor no es para siempre y que cuando se acaba, te quedas sola y enferma, sin que nadie cuide de ti”.

Las parejas de las personas trans femeninas suelen ser muchachos bisexuales o los llamados “bugarrones” que en algún momento también se han dedicado al sexo transaccional; esto, sumado al carácter endogámico de la comunidad y a los cambios frecuentes en las parejas sentimentales, favorece el elevado número de contagios.

En una cultura machista como la cubana, las relaciones que establecen las personas trans femeninas con sus parejas son marcadamente estereotipadas, ya que las trans asumen el papel femenino tradicional. En mis múltiples entrevistas con las trans, he podido constatar que algunas de ellas, aun siendo personas luchadoras y fuertes que no se dejan pisotear por la sociedad, sin embargo, en sus relaciones sentimentales toleran que sus parejas las maltraten física y, sobre todo, psicológicamente.

Desde un punto de vista antropológico, existen varios factores importantes en la construcción de la identidad femenina que explican esta división tan marcada en los papeles y el sometimiento a la pareja. Uno de ellos, y el de mayor peso, es el reconocimiento que le otorga el otro. Los roles, actitudes, conductas y aspecto del varón “viril y masculino” funcionan como un espejo que las reafirma en una feminidad construida desde una cultura machista. Como consecuencia de todo esto, y para obtener su confirmación como mujeres, acceden a mantener relaciones sexuales sin protección y a prostituirse, recibiendo a cambio, en la mayoría de los casos, maltrato físico y psicológico y una escasa afectividad.

Dentro de las medidas ya tomadas por el CENESEX respecto a las personas trans, con la creación de una unidad de asistencia en el diagnóstico, el proceso y el seguimiento de su reasignación, se debería incluir el asesoramiento psicológico y las herramientas que les permitan afrontar cualquier tipo de violencia contra su persona, ayudándolas a elevar su autoestima.

No hay mejor forma de combatir la violencia de género que concienciar a las víctimas de que el respeto a una misma es lo más importante.

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