LO SUPERFICIAL Y LO PROFUNDO

¿Está sirviendo esta crisis para reflexionar sobre lo que  pasa en nuestra sociedad? El autor de este texto nos aleja de la realidad parcial que reflejan los medios de comunicación para adentrarnos en un análisis más profundo de como estamos reaccionando ante ella.  Asegura que hay un sector mayoritario de la población que desea permanecer entretenido y distraído con cuestiones inesenciales y pone al movimiento de 15-M como ejemplo «triturado» por su falta de contenidos. ¿Nos estamos olvidando de algo?

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Manifestantes por el 15-M en la Puerta del Sol de Madrid.

FOTO  ©  Ángel López Soto, miembro de GEA PHOTOWORDS

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Por Félix Rodrigo Mora para GEA PHOTOWORDS

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La atención del europeo medio en esta “era de ansiedad” se dirige a las penalidades de las finanzas del Estado, a la contracción del Estado de bienestar, a los avatares del euro y al paro. Todo es hoy economía, por tanto, todo es economicismo, esa ideología devastadora que nos está triturando. Si ya no nos concebimos a nosotras y nosotros como seres humanos sino meramente como “homo oeconomicus”, ¿qué futuro nos aguarda?

Todo menos pensar.

Por ejemplo, el 15-M está siendo paso a paso triturado por esa incapacidad de cavilar que es propia de nuestra época y que enuncia lo más sustantivo y preocupante de la crisis actual. Dado que aquél es parte de la sociedad, por desgracia una parte más pero no mejor, manifiesta los mismos males del espíritu que el pueblo, aunque más que pueblo hay que hablar de populacho en el sentido romano decadente, pues sólo le preocupan dos cosas, pan y circo, o para ser más exactos, circo y pan.

Por tanto, ahí sigue el 15-M con su dramática falta de contenidos, activismo (ahora en franco declive) estéril y también liquidador, utopismo reformador que sólo sirve para apuntalar lo que se está viniendo abajo y se debe venir abajo cuanto antes, recetas milagreras y tópicos izquierdistas, tan rancios, liberticidas y gastados que ahuyentan con eficacia lo poco que queda en las clases populares de sano y transformador. En ese marco, el libro del que soy coautor, “Pensar el 15-M y otros textos”, permanece como trágico llamamiento a lo que no está siendo realizado.

Detrás de tales actuaciones hay una interpretación desatinada de la crisis: 1) es económica, y sólo política en lo que la política afecta a la economía, 2) se puede y se debe salir de inmediato de ella para retornar al consumo desenfrenado de antaño, tenido por el supremo bien, 3) para eso sirven las mismas teorías e ideas que nos han llevado a la situación actual. No hay que innovar, no hay que buscar lo nuevo. Vale decir: no hay que pensar.

Me pregunto cuánto tiempo necesitarán las y los creyentes en recetas y milagros para apercibirse de que la crisis no es única ni principalmente económica, que no es como la de 1973-1974 o la de 1993-1994, que lo que está sucediendo es mucho más grave y mucho más complejo y que sus pueriles cataplasmas no valen de gran cosa, porque no se desprenden de la reflexión sobre lo real en sí sino de una angustia y terror crecientes ante la erosión de “los buenos tiempos idos”, que se expresa como activismo muy persistente y del todo falto de cerebro, que no puede mantenerse por mucho tiempo.

REVISANDO EL PASADO

 

Basta mirar en torno para comprender que estamos en una edad en que los elementos sustantivos de la vida civilizada o están ya derrumbados o se están viniendo abajo. En efecto, ya somos parte, para nuestra desgracia, de una sociedad sin inteligencia, sin pensamiento, sin reflexión, sin cultura, sin saberes, atrapada por los dogmatismos, las consignas, los manuales, la huida de la realidad, la agitación patológica, la superficialidad más autosatisfecha, los textos facilitos y la demolición del lenguaje en pro del utilitarismo comunicativo más grosero. Un orden en que el sujeto medio no quiere pensar porque es arduo, es duro, es doloroso y, como buen hedonista y mejor epicúreo construido desde arriba que es, prefiere mantenerse estupidizado y entontecido, delegando la totalidad de su existencia y practicando el victimismo, para poder sentirse por encima de todo “relajado” y “feliz”.

Las mentes están trituradas por el terrorismo verbal de las religiones políticas, el academicismo y el sistema escolar, los textos-basura que tan ufanamente se cuelgan en la Red, los míseros productos de una intelectualidad hiper-monetizada e hiper-estatizada, los narcóticos espirituales (y de los otros), las teorías más vetustas y más equivocadas. Se creyó que se podía vivir sin pensamiento, además de sin ideales, sólo consumiendo (destruyendo), viajando y gozando: ahí están los resultados.

Occidente, tras 500 años de dominar el mundo, está siendo desbancado de su privilegiada e injusta posición, se está desplomando. Ese hecho es mucho, muchísimo más que economía. Responder a esa situación demanda repensar el todo finito del estilo de vida occidental, todos los sistemas de creencias dominantes y la totalidad de la configuración del individuo, para ir construyendo como proyecto de revolución integral lo que se ha de realizar luego en la realidad. Pero las mentes fanatizadas por el economicismo no pueden salir de su hórrido universo, la sociedad-granja europea del Estado de bienestar y la sociedad de consumo, la más aflictiva de todas. Piden más pitanza cuando lo que se necesita desesperadamente es más pensamiento.

La superación de la actual situación demanda: 1) reafirmar nuestra condición de seres humanos, de criaturas pensantes, contra los enardecidos apóstoles del economicismo, 2) romper con la ideología y con la política ahora dominantes, de la izquierda, que nos han llevado al actual naufragio general y calamidad integral, las cuales han usufructuado el poder gubernamental desde hace 40 años y han ocasionado la mayor catástrofe civilizacional de nuestra historia, además de económica, 3) admitir la realidad, a saber, que la crisis es integral y no sólo ni principalmente económica, y que estamos obligados a hacernos cargo de la totalidad del mundo y de la vida, no sólo de esta o la otra parte, no sólo de la economía, 4) buscar salidas nuevas, creativas, a los grandes problemas de nuestro tiempo, a todos, para reformular una idea nueva y renovadora de la sociedad, del sistema de valores y de la condición misma de la persona, 5) asociarnos para hacer esas tareas, para realizarlas en grupo, comunalmente, como debe ser.

Dicho en plata, no somos cerdos sino personas con necesidades espirituales que demandan ser satisfechas, y es precisamente la equiparación entre esos admirables animales y los seres humanos que hace la izquierda-derecha lo que está en la raíz de nuestros males, además de ser un gran mal en sí.

Reafirmar lo humano contra las poderosísimas fuerzas que desean culminar ya el proceso de deshumanización para transformarnos en sumisos y manejables al completo es la tarea número uno de nuestro tiempo. Y quien crea que este aserto es retórica está manifestando que no entiende nada de lo que está sucediendo hoy y aquí, y que no puede hacer nada práctico para superarlo. Pero no hay que apurarse en exceso, las y los contumaces sin cerebro tienen un problema bastante grave ante sí, la realidad misma. En 2-3 años tendrán que considerarla en toda su formidable rotundidad, una vez que sus recetas milagreras hayan manifestado en la práctica su inanidad. Esa es nuestra gran oportunidad histórica.

 

Félix Rodrigo Mora es historiador, con siete libros publicados, como autor, y dos más como coautor. El último de ellos es «Pensar en el 15-M y otros textos» de la editorial Manuscritos.

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  1. TransHabana, la mirada de Nuria López a la otra realidad de Cuba – DNA - 22 junio, 2016

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