MADRES DE PLAZA DE MAYO – LA TRAICIÓN

El escándalo de corrupción que salpica a un símbolo de los derechos humanos como es la Asociación Madres de Plaza de Mayo, liderada por Hebe de Bonafini, parece no tener fin. Mientras el juez que investiga a Sergio Schoklender, ex apoderado del organismo, a su hermano y a otros 9 imputados por presunto lavado de dinero y administración fraudulenta de fondos públicos, toda Argentina se pregunta ahora como han sido gestionados los 130 millones de euros entregados a esta asociación emblemática de la justicia universal.

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Por Cora Cáffaro para GEA PHOTOWORDS

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Tras la escandalosa salida de Sergio Schoklender de la Asociación que encabeza Hebe de Bonafini, acusado de desvío de fondos y lavado de dinero en su gestión de apoderado de la organización, la pregunta del millón es ahora: ¿manchará esa historia de yates, Ferraris, aviones y casas comprados con el dinero de planes para viviendas sociales el prestigio de las Madres?

El juzgado que instruye el caso debe decidir ahora si acepta como querellante a De Bonafini y su grupo de Madres. Una intervención judicial realizada la semana pasada en el barrio privado “El Patacón” arrojó que al menos 8 de las 17 propiedades pertenecerían a los hermanos Sergio y Pablo Schoklender y a sus conocidos. Y lo peor: que habrían sido construidas con materiales con los que se hacen las viviendas sociales del proyecto Sueños Compartidos, del que se encarga la Fundación de las Madres.

En tanto, el Gobierno nacional ya cuenta su primer funcionario imputado judicialmente: el titular de la Unidad de Investigación Financiera (UIF). La razón: la demora de casi un año en elevar a la Justicia una denuncia contra Schoklender. Y otra causa indaga si el Ministro de Planificación y el subsecretario de Obras Públicas incurrieron en incumplimiento de los deberes al no controlar el dinero destinado a la Fundación: hasta ahora fueron entregados 765 millones de pesos (casi 130 millones de euros).

Revelado por el diario Clarín a fines de mayo, matutino que en un mes superó la veintena de portadas con el tema, el escándalo envuelve a dos famosos hermanos condenados en los años 80 por parricidio, que ahora son investigados por desvío de fondos públicos y lavado de dinero en el proyecto habitacional “Sueños Compartidos” de la fundación de las Madres, agrupación estrechamente ligadas a los gobiernos Kirchner.

Según las denuncias, Sergio es el dueño de Meldorek SA, proveedora de tecnología para la construcción de estas viviendas sociales y empresa que según la revista Noticias, aumentó su patrimonio de 12.000 (2.000 euros) a dos millones de pesos (340.000 euros) en solo tres años. A él, que niega haber desviado fondos de las Madres, se lo acusa de tener un patrimonio que no podría justificar, a pesar de haber dicho en pleno escándalo: “Podría comprarme un Ferrari o un avión, si quisiera”, pero sólo reconocer como propias, según Clarín, una moto y una casa en el barrio privado “El Patacón”.

El diario reveló a principios de mes que tiene, por lo menos, “un Ferrari coupé 2006 de 250 mil dólares, un yate de medio millón de dólares, un departamento en Buenos Aires, un Porsche 911, una chacra en Chubut y un avión, entre otros bienes”, a pesar de que en 2003, un juez del fuero comercial decretó su quiebra personal y de que declara al Estado ganar menos de 30.000 pesos (5.000 euros) por año.

El protegido convertido en traidor

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Hebe de Bonafini, madre de dos desaparecidos y una de las pioneras en dar las primeras y valientes vueltas a la Plaza de Mayo en plena dictadura, conoció a Sergio Schoklender en 1983 en la cárcel. Allí lo visitaba seguido y cuando recuperó la libertad, con títulos de abogado y psicólogo en mano, a mediados de los 90, lo llevó a trabajar a la Asociación. Pablo, en tanto, desembarcó en la Asociación en 2001, cuando empezó a tener salidas transitorias.

Durante años, Sergio fue el protegido y mano derecha de De Bonafini, pero la relación se empezó a deteriorar, según la mujer, hace unos dos años. “Se fue de mambo cuando quiso convertir el emprendimiento en una empresa”, le dijo la Madre de Plaza de Mayo, de 82 años, al diario Página/12. Y aseguró: “Vamos a vender lo que tengamos que vender –menos la Universidad, la Casa y la radio– para pagar lo que haya que pagar”.

Mientras Clarín denunciaba la espectacular situación económica de Sergio, otro diario, La Nación, reportaba otro tipo de denuncias no menos graves: la de tres ex empleados de las obras de la Fundación sobre violencia, condiciones “inhumanas” de trabajo y violación de los derechos humanos de parte del ex apoderado de Madres. “Todos fueron despedidos por reclamar mejores condiciones laborales”, seguraba el matutino a mediados de mes.

Ni bien el escándalo se reprodujo en todos los medios, De Bonafini se distanció rápidamente de Schoklender y lo acusó de traidor. Hace unos días oficializó su postura presentando un escrito al juez, donde afirma: “Las Madres nos sentimos defraudadas y traicionadas” e identifica a los Schoklender como cabezas de “la banda” que habría cometido “asociación ilícita, en concurso real con administración fraudulenta, falsedad documental”. El juez Oyarbide debe decidir si la acepta como querellante. Hasta ahora, el magistrado solo afirmó: “Hay que averiguar quién es quién”.

Por su lado, las organizaciones de derechos humanos, a pesar de sus diferencias, intentan no hacer “leña del árbol caído” ni caer en el juego. Se sabe la existencia de dos corrientes de Madres desde hace décadas. Están las Madres de Hebe, portadora de un tono más combativo, y Línea Fundadora, un grupo más moderado. También están las Abuelas de Plaza de Mayo, con otros objetivos. Pero el respeto y admiración que los tres grupos despiertan en la Argentina y el mundo trasciende sus diferencias.

Así que cuando algunos esperaban que Hebe fuera defenestrada por las otras Madres, un comunicado que firmaron Línea Fundadora y Abuelas sentenció: “La lucha por la Memoria, la Verdad y la Justicia no puede ser manchada ni atacada por ningún grupo económico ni político que intente desprestigiar el arduo y comprometido camino que hemos recorrido en más de treinta años”.

Las organizaciones vierten allí sus dudas de una campaña de desprestigio de la causa que abrazan, en razón de su reclamo de esclarecimiento de la identidad biológica de los hijos adoptivos de la dueña del Grupo Clarín, sospechados de ser hijos de desaparecidos. “No podemos dejar de lado que en el momento de máximo avance hasta ahora en la Justicia, a 10 años de la apertura de la causa que involucra el derecho a la identidad de Marcela y Felipe Noble Herrera, se pretenda poner en duda la legitimidad de nuestra lucha”, afirman en el comunicado.

Y finalizan: “Repudiamos el uso que se está haciendo sobre este tema, que está siendo utilizado en una época electoral como una herramienta de ataque sin límites para intentar desprestigiar la honrosa tarea de las Madres y de los demás Organismos, así como también para agredir al Gobierno que desde la gestión de Néstor Kirchner y la de Cristina Fernández decidió hacer política de Estado la lucha histórica de los Organismos de Derechos Humanos”.

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CORA CÁFFARO es una periodista argentina comprometida con el periodismo social. Ha trabajado para medios de su país y de México, como Clarín y Reforma. Algunos de sus trabajos han llegado a la final del Premio Nuevo Periodismo de la Fundación que preside Gabriel García Márquez en 2007. Es colaboradora de GEA PHOTOWORDS y actualmente reside en Francia.

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