NAWAL MUSTAFÁ

La escritora y periodista Nawal Mustafá habla para GEA PHOTOWORDS del papel de la mujer egipcia en pleno siglo XXI. “Nadie puede oir aún la voz de ellas en mi tierra, pero el día que esa voz se escuche, Egipto podrá avanzar”. Son las palabras de la activista durante su reciente visita a España con la Red Social Ashoka.

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“La mujer reclusa en Egipto es víctima y no criminal”
Por Gemma Rodríguez Betrian para GEA PHOTOWORDS

 

 

Nawal Mustafá lleva dos décadas trabajando por las mujeres presas y sus hijos a través de su fundación con sede en el Cairo. Periodista de investigación y novelista egipcia lucha no sólo por mejorar las condiciones de las cárceles en su país, sino por propiciarles un futuro mejor. “Hay muchas mujeres que siguen cumpliendo prisión en Egipto por haber robado, pero no hay que olvidar que es la pobreza la que les obliga a conseguir comida para sus hijos, aunque a veces tengan que hacerlo al margen de la ley”, subraya.

A sus espaldas dos décadas trabajando para acabar con lo que califica de “injusticia social”. En 1990 y bajo el nombre de “Asociación de los hijos de las Mujeres Presas”, su fundación emprendió el camino de la lucha por la causa de los grupos oprimidos y marginados. Uno de sus principales caballos de batalla sigue siendo el de dotar de capacidad económica a las antiguas reclusas con la mirada puesta de forma muy especial en sus niños: “los menores son bombas de relojería en la sociedad. Necesitan nuestro apoyo. Desde pequeños tienen que desempeñar un rol demasiado pesado, cuidar de sus madres. Ambos están solos, sus maridos, sus padres, los han abandonado”.

Esta emprendedora social reconoce que no quiere desaprovechar ninguna oportunidad para poder hacer su sueño realidad: cambiar la conciencia social. “Lo más dramático es el estigma que la sociedad les impone a estas mujeres tras su paso por prisión. Pero una cosa hay que tener muy clara, ellas son víctimas del sistema y no criminales”.

Nawal Mustafá trabaja para que la inflexible burocracia de las cárceles egipcias cambie y con ello, el trato hacia las mujeres. Para conseguirlo, hace uso de las tácticas más pacientes como campañas de sensibilización en medios de comunicación, visitas mensuales a las reclusas, talleres formativos y proyectos de futuro que pongan en marcha sus vidas más allá de esas rejas. Precisamente por su labor, ha recibido el reconocimiento de la red de emprendedores sociales “Ashoka”. Una organización internacional y sin ánimo de lucro que apoya a aquellos que deciden convertirse en actores del cambio. Nawal se ha consolidado en 2013 como uno de los 3.000 emprendedores sociales de una red que se extiende en 71 países: “Gracias a este respaldo tengo más recursos para seguir adelante, sigo comprometida con la causa y quiero vivir con ella hasta el final de mis días”, confiesa la escritora.

Más de un centenar de mujeres y niños viven en celdas de apenas 40 metros cuadrados sin ningún tipo de asistencia sanitaria. Las puertas permanecen blindadas desde las cinco de la tarde hasta las siete de la mañana en condiciones infrahumanas: “Nadie puede salir de allí en diez horas, ni siquiera los pequeños”, cuenta Nawal.

En su viaje a España con la Fundación Ashoka, la periodista egipcia ha podido visitar una cárcel española. Reconoce que son incomparables con las de su país: “Aquí tratan de que las circunstancias de todas esas mujeres cambien al salir de prisión. La filosofía en España no es la de castigar al recluso, sino la de modificar sus vidas. Mi proyecto es algo parecido. Quiero borrar la etiqueta que queda pegada a sus cuerpos para siempre. Intentamos eliminar ese falso estereotipo y contar la realidad de sus vidas”. La escritora reconoce la pobreza o la ignorancia como algunas de las enfermedades más graves que padece su país.

Más de la mitad de la población egipcia son mujeres. Pero el país sigue estando a la cola de aquellos que las elijen para ocupar puestos de liderazgo. Nawal recuerda la revolución contra la Monarquía de mediados de siglo XX como un punto de inflexión en el papel de las féminas en Egipto: “Hasta ese momento, su único lugar era estar en su casa para ocuparse de su marido y de sus hijos. En ese momento algo empezó a cambiar”, señala. Pero en pleno siglo XXI, todavía queda un largo camino por recorrer. La igualdad sigue siendo una asignatura pendiente y los derechos fundamentales parecen no tener lugar en femenino. Tan sólo un 23% de ellas han entrado en el ámbito laboral. La tasa de desempleo ronda el 22% en el caso de las egipcias y casi la mitad son analfabetas. Su participación en el último proceso electoral ha sido muy bajo. Una realidad, sin embargo, radicalmente distinta a la del papel que han tenido en la llamada “Primavera Arabe”.

Las egipcias han salido a las calles para gritar su libertad en medio de la multitud. Todo ello en un país donde el 83% confiesa haber sufrido algún tipo de abuso sexual y el 62% de los hombres admite haberlo cometido, según datos del Centro Egipcio para los Derechos de las Mujeres (ECWR). Muchas de ellas fueron brutalmente violadas en las manifestaciones, incluso por las fuerzas de seguridad. La revolución convirtió el espacio público en un escenario hostil: “Las mujeres egipcias no vamos a estar calladas, queremos que los delitos por acoso sexual tengan un peso importante en la nueva ley”, asiente Nawal Mustafá.

Durante los meses en los que la Junta Militar tomó el poder, la situación para las mujeres empeoró. Las violaciones quedaron impunes, lo que desencadenó, según la ong Human Right Watch, un efecto multiplicador.  El Consejo Supremo de las Fuerzas Armadas impuso las pruebas de virginidad y utilizaron la violencia sexual para tratar de disolver las concentraciones que clamaban contra su mandato transitorio.

Los nuevos tiempos han reavivado el uso de la violencia contra las mujeres como una herramienta política e ideológica. La periodista reconoce que éste es un grave problema en su país, pero se muestra esperanzada con el futuro más próximo, en el que adivina un papel más que destacado de la mujer en la vida pública: “Nadie puede oir aún la voz de las mujeres en mi tierra pero el día que esa voz se escuche Egipto podrá avanzar”.

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Gemma Rodríguez Betrian es licenciada en Ciencias de la Informacion por la Universidad Complutense de Madrid. Actualmente es responsable del área de internacional y sociedad en ABC Punto Radio. Trabajo en Onda Cero, Europa Press Aragón e Intereconomia Televisión entre otros. Especialmente comprometida con los temas sociales y los conflictos internacionales. Colabora puntualmente con el diario ABC. Actualmente trabaja en la Fundación Amigó.

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