RESCATADAS

En la entrega de hoy presentamos el trabajo realizado por el fotógrafo Eduardo de Francisco sobre dos grupos de mujeres del barrio de prostitución de Sonagachi en Calcuta. Ancianas que han ejercido el oficio más antiguo del mundo y ahora no tienen medios para subsistir y niñas, hijas de mujeres que aún ejercen y que corren el riesgo de ser vendidas. Este reportaje es uno de los finalistas de Revela, Premio Internacional de Fotografía a los Titulares de los Derechos Sociales.  El trabajo, también fue valorado por el jurado para el I Premio de Fotografía Documental GEA PHOTOWORDS.

 

 

«Ahora la gente me respeta, y yo misma ya no pienso que no valgo nada»

FOTO ©  Eduardo de Francisco

 

Redacción GEA PHOTOWORDS

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Sonagachi es un distrito urbano de Calcuta donde viven y trabajan doce mil prostitutas, en su mayoría originarias de las zonas rurales de la India, Nepal y Bangladesh. En la esperanza de una vida mejor (y jamás pensando que serían obligadas a prostituirse), sus padres las entregaron a pretendientes falsos cuando aún eran una niñas. Cruzaron fronteras, fueron violadas y golpeadas hasta conseguir de ellas la sumisión necesaria para trabajar en el laberinto de callejones que es Sonagachi, donde un ‘servicio’ puede costar tan poco como un euro. Muy rápidamente, no hay salida: no pueden enfrentarse a la vergüenza de volver y, en una ciudad como Calcuta, no tienen aptitudes (ni el apoyo necesario) para trabajar en nada más.

Veinte o treinta años después, demasiado mayores para seguir compitiendo por los clientes con las chicas más jóvenes, se dedican al trabajo doméstico durante quizá otros quince o veinte años, mientras aún son físicamente capaces. Después de eso, y demasiado mayores para trabajar, sin recursos de ningún tipo, la muerte en la calle por inanición se convierte en una posibilidad siempre presente. En Sonagachi también hay niños, hijos de las mujeres que trabajan allí. Al contrario de lo que podría parecer, las reglas no escritas del barrio no sólo permiten sino que de hecho promueven el tener hijos: una niña de ocho o nueve años desaparece de la calle un día cualquiera y reaparece después en los burdeles de cualquier otra ciudad, vendida por, digamos, 370 euros.

Y sin embargo, el trabajo es también una historia de éxito. No hay asistencia social o colegios en Sonagachi, y ningún organismo internacional trabaja en el barrio. Sin embargo, una organización local (Women’s Interlink Foundation) con medios extremadamente limitados ha sido capaz de poner en marcha un programa de supervivencia para las ancianas y de protección (y escolarización y alimentación) para las niñas. Ahora, las mujeres de Sonagachi acuden a ellos y les piden que acojan a sus hijas y las saquen así de la calle.

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 Tubhi Devi Thapa ( izq.), nepalí. Llegó a Sonagachi cuando tenía 15 años.

Su hija (dcha), ejerce la prostitución en la habitación de la foto. Es el alojamiento de ambas.

FOTO ©  Eduardo de Francisco

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El proyecto

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El proyecto proporcionará manutención, ropa, asistencia sanitaria y medicinas a un grupo identificado de 50 ancianas durante un periodo de 22 meses que de otra manera se quedarían sin asistencia.

En los distritos de Sonagachi y Kalighat de Calcuta, las niñas recién llegadas –y procedentes del tráfico- comienzan a trabajar a edades tan tempranas como doce años, e ininterrumpidamente hasta que, alrededor de los cuarenta, ya no pueden competir con el constante flujo de recién llegadas de Nepal, Bangladesh y los estados más pobres de la India. A esa edad la única forma de conseguir algún ingreso es el trabajo como asistenta durante quizá quince o veinte años más.

Alrededor de los sesenta años se encuentran en la calle, sin ingresos o ahorros, sin preparación de ningún tipo y sin la posibilidad de volver con sus familias. Si han tenido hijas, a menudo se encuentran con la necesidad de introducirlas en la prostitución por pura supervivencia, perpetuando así un ciclo interminable de explotación y victimización. Muy a menudo, el destino último de las mujeres es la muerte de inanición o enfermedad en la calle, en la miseria más absoluta.

Desde 1999, Women’s Interlink Foundation (WIF) trabaja en los distritos de Sonagachi y Kalighat, asistiendo entre otros colectivos a antiguas prostitutas. Una cantidad mínima de dinero (500 rupias al mes, es decir, 7 euros y medio) permite a la organización proveer a una mujer de comida, ropa, objetos de aseo personal y asistencia sanitaria. Paralelamente, WIF también organiza actividades recreativas y de integración social dirigidas a conseguir un proceso de envejecimiento digno, sano y participativo.

Los 12.805 euros de la propuesta  permiten a la organización la asistencia durante 22 meses a 50 mujeres que ya han sido identificadas, y que de otra manera quedarían fuera de las actividades de la organización por cuestiones presupuestarias. Teniendo en cuenta que WIF trabaja en Sonagachi desde 1999, la organización está preparada para comenzar la implementación del proyecto inmediatamente.

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Niñas jugando en el patio del centro de Nijoloy.

FOTO ©  Eduardo de Francisco

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El autor

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Eduardo de Francisco, 39 años, se dedica a la fotografía de manera profesional desde 2010. Trabajador humanitario durante muchos años en varias organizaciones como Médicos Sin Fronteras o Acción Contra el Hambre, el enfoque aplicado a sus trabajos fotográficos se basa en los mismo principios y valores del mundo humanitario, añadiendo la utilización de la fotografía como vehículo de cambio y denuncia social.

Su trabajo se ha publicado en algunos de los periódicos más importantes del mundo: The New York Times, The Guardian, The Washington Post, Die Zeit, Chicago Tribune, El País, Figaro, Irish Times, etc. Sus reportajes más recientes fueron en Libia durante la guerra y en Somalia cubriendo la hambruna del Cuerno de África. Actualmente está basado en Dar Es Salaam (Tanzania).

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Pushpo Das, viuda. Sin familia en Calcuta ni en Bardaman (su distrito en el estado de West Bengal).

FOTO ©  Eduardo de Francisco

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La ONG

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Women’s Interlink Foundation (WIF) es una organización no gubernamental fundada en Calcuta en 1990 y registrada en 1992. Su área de actuación incluye la prevención del tráfico de blancas, el VIH, la protección infantil (niños de la calle, menores en riesgo de tráfico, trabajo infantil, etc.) y tienen implementación tanto en áreas urbanas de la ciudad como en zonas rurales del estado indio de West Bengal.

Las actividades que implementa incluyen la asistencia directa, las actividades de apoyo a dichos colectivos, la formación y gestión de grupos de auto- ayuda, la asistencia legal para mujeres que han sufrido tráfico y las actividades generadoras de ingresos. WIF se nutre casi exclusivamente de donaciones privadas.

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