“Yo no maté a nadie, pero hice algo peor: organicé la matanza de seis mil personas. Intenté que ningún tutsi saliera vivo de mi región”. Straton Sinzabakwira tiene 52 años y desde hace 17 está preso en la cárcel de Nyanza, a pocos kilómetros al sur de Kigali, la capital de Ruanda. Nos recibe en el patio de la abarrotada prisión, sentado en un banco, dispuesto a contarnos por qué es un ‘genocidaire’, término francés con el que se conoce a los genocidas en Ruanda. “Hacía lo que me ordenaban. E intentaba hacerlo bien”. El equipo de GEA PHOTOWORDS compuesto por el fotógrafo Alfons Rodríguez y el periodista Nacho Carretero viajaron a la zona para realizar una serie de reportajes de los que publicamos este y `Ruanda, veinte años del horror´hace dos días.
Straton Sinzabakwira, exalcalde de Nyamasheke, cumple condena de 21 años por 6.000 muertes.
Sostiene un recorte de diario donde un familiar de alguna de sus víctimas lo perdona publicamente.
FOTO © Alfons Rodríguez, miembro de GEA PHOTOWORDS
Por Nacho Carretero para GEA PHOTOWORDS
Ruanda vivió durante cien días de 1994 –hace ahora veinte años- uno de los capítulos más crudos de cuantos recuerda el siglo XX. Desde el 6 de abril de ese año hasta mediados de julio, la violencia fratricida entre hutus y tutsis –los dos pueblos que habitan Ruanda- alcanzó su máxima e incomprensible expresión en el genocidio que los extremistas hutus llevaron a cabo contra la población tutsi. Su empeño por exterminar a las “cucarachas” fue tal, que se llevaron por delante al 75% de ellos: 800.000 personas asesinadas en poco más de tres meses. La mayoría de ellas, por si fuera poco, a golpe de machete. Cuando el FPR, el ejército rebelde tutsi, se hizo con el control y derrocó al gobierno extremista hutu, se encontró un país sembrado –literalmente- de cadáveres. Sigue leyendo →