TERREMOTO DE NEPAL – MI EXPERIENCIA

`El terremoto duró minuto y medio, una barbaridad. Me pilló en una cafetería en Kotesor, a 20 minutos de Bhaktapur con mi compañera Ruth y dos amigos nepalíes. Yo estaba en el baño cuando de repente se fue la luz y empezó a temblar el suelo. En un principio no me asusté porque ya había vivido algún pequeño terremoto y pensé que duraría unos segundos… ´ Cristina Po Wenger vivió el terremoto de Nepal en primera persona. Ahora, desde España, a través de la ONG Círculo de Cooperación han puesto en marcha una serie de iniciativas para recaudar fondos para el país asiático. 

 

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Bhaktapur en ruinas.

Foto ©  Ashish Shrestha

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Terremoto en Nepal. Mi experiencia

Por Cristina Po Wenger para GEA PHOTOWORDS

 

El terremoto duró minuto y medio, una barbaridad. Me pilló en una cafetería en Kotesor, a 20 minutos de Bhaktapur con mi compañera Ruth y dos amigos nuestros nepalíes. Yo estaba en el baño cuando de repente se fue la luz y empezó a temblar el suelo. En un principio no me asusté porque ya había vivido algún pequeño terremoto y pensé que duraría unos segundos. Enseguida me di cuenta de que aquello era diferente y de que tenía que salir de allí. Sentí como que se me caía el corazón al estomago, y me vino un pensamiento no de miedo y pánico si no como: “Esto es serio. ¿Me estás vacilando? Lo que faltaba”. Especialmente porque ya empecé a oír los gritos. Salí del baño, por un pasillo muy largo dando tumbos de un lado a lado. Dos cocineros aparecieron corriendo de la cocina y salieron del edificio por un pasillo paralelo. Yo, sin embargo, fui directa a la puerta de la cafetería otra vez, quería ver donde estaban mis amigos, qué estaba pasando, si me lo estaba imaginando o ellos sentían lo mismo que yo. En estas situaciones necesitas ver las reacciones de los demás, para creerte lo que está sucediendo.

La cafetería estaba destrozada, los muebles volcados, las lámparas en el suelo, los separadores de las mesas partidos, los cristales hechos añicos, todo oscuro y desolado. No quedaba nadie y me sentí muy, muy sola. Y también muy estúpida. ¿Cómo puede ser que fuese la única tonta que se había quedado dentro? Por un segundo pensé que ya no salía, que no me daba tiempo y me iba a quedar allí. Pero reaccioné y me lancé por el mismo pasillo por donde habían salido los cocineros, saltando motos y bicis tiradas en el suelo. Cuando llegué afuera, vi a Ruth intentando volver a la cafetería gritando mi nombre, pero uno de nuestros amigos la sujetaba. A mi otro amigo no lo veía, empecé a gritar su nombre. Apareció y me tirera de gritos, y un rugido que venia de la tierra y de las vibraciones de todo lo que se estaba agrietando y derrumbando. s critó al suelo, donde nos quedamos mientras todo temblaba; los edificios se balanceaban de un lado a otro y los tanques del agua se caían de los tejados.

El rugido del interior de la tierra y de las vibraciones de todo lo que se estaba agrietando y derrumbando se sumaba a los gritos y chillidos de la gente. El terremoto duró un minuto y medio. Cuando se paró, empezamos a hiperventilar y a llorar. Hubo varios pequeños seísmos a continuación. Todos estábamos muy asustados, con una sensación de impotencia extrema; no puedes huir de ese peligro hagas lo que hagas. Se te rompen todos los esquemas, es una incertidumbre absoluta por que ya no puedes dar nada por hecho o por seguro. Pero todavía no éramos conscientes de lo que había pasado. Fue cuando cogimos la moto para volver a Bhaktapur que de verdad nos dimos cuenta de la catástrofe.

 

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Una mujer busca pertenencias en lo que fue su casa. Bhaktapur.

Foto ©  Ashish Shrestha

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Pasábamos delante de grupos de casas que se habían caído, la gente en la calle miraba sus hogares sin poder creérselo y sin atreverse a buscar entre los escombros a supervivientes, por que el suelo seguía temblando. Además empezó a llover. De la calle que empieza en una de las puertas principales de la ciudad vieja de Bhaktapur no quedaba ninguna casa en pié. Unos de nuestros amigos nos dijo luego que había tenido un mal presentimiento al salir de casa ese día, que las nubes y el cielo tenían una pinta extraña.

Yo había llegado a Nepal en Noviembre de 2014 para vivir mi primera experiencia de voluntariado: seis meses en una pequeña escuela en Bhaktapur, una ciudad medieval patrimonio de la UNESCO. Colaboraba (y colaboro) con Círculo de Cooperación, una pequeña ONG dedicada a proyectos de desarrollo para mejorar las condiciones de vida de grupos en riesgo de exclusión social en Nepal. Mi misión era conseguir optimizar la gestión interna y la imagen de la Saraswati English School con el fin de conseguir alumnos con niveles económicos medio-altos que pagasen la matrícula y así poder ofrecer becas a los niños sin recursos de la comunidad.

Queríamos promover una educación de calidad bilingüe sin importar castas o situación económica. Y pasito a pasito lo estábamos consiguiendo. Teníamos alumnos nuevos, habíamos abierto una pequeña biblioteca de libros infantiles en inglés –que había conseguido de mi antiguo colegio, el Británico de Madrid-, un rincón de manualidades y un pequeño huerto. Las aulas, el comedor y la sala de profesores habían mejorado bastante en apariencia y las profesoras estaban siendo más proactivas y trabajando mejor. Dos meses antes del terremoto, Ruth se había unido a mí, otra madrileña trotamundos que buscaba proyectos para volver de voluntaria en Septiembre. Visitó la escuela y, al igual que yo, se enamoró de Bhaktapur.

Qué a gusto me sentía estaba en ese país tan distinto a España. Que feliz era, que relajada, y me preguntaba cómo podía haber tenido tanta suerte de encontrarme en una situación tan maravillosa. Me doy ahora cuenta de que siempre tenía los ojos muy abiertos, que no podía parar de sonreír y que quería absorberlo todo, ver y sentir más y más.

 

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Durante mis primeras semanas en Nepal comencé a escribir un diario. Escribí ocho páginas y lo dejé, por vaguería. Ahora me arrepiento, porque es interesante ver como evolucionan los sentimientos en una situación tan lejos de tu zona de confort. Pero es gracioso leer ahora esas primeras impresiones. Predominan palabras como frustración, confusión, suciedad, locura… Pero hay un párrafo que escribí en Noviembre que me ha gustado. En el explico mis frustraciones y dificultades con la metodología y actitud hacia el trabajo. Pero también explico que “Nepal me hace reír”. Llevaba menos de un mes y ya escribí que Nepal me hacia reír. Me parece algo muy importante y una buena forma de describir al país y mi relación con él: Nepal me hacia reír.

Los días posteriores al terremoto nos refugiamos con la familia y vecinos de uno de nuestros amigos. Sobre una plataforma de cemento en un campo al lado de su casa, habían construido un refugio con lonas de plástico. Ruth y yo apenas salíamos. Nos pasábamos el día mirando a una bandada de pájaros en un tejado. Si volaban todos a la vez significaba que venía otro terremoto. Pasadas 48 horas desde el primer terremoto y después de mucha deliberación y muchas dudas decidimos que no podíamos quedarnos en Nepal. Los últimos dos días, las familias con quienes nos habíamos refugiado nos habían cuidado a nosotros más que a ellos mismos. Si nos quedábamos, no íbamos a poder cuidar de nosotras mismas y nos parecía inmoral ser una carga para ellos. Nos íbamos a comer su comida, beber su agua y si nos poníamos enfermas éramos su responsabilidad. Íbamos a poder hacer mucho más recuadrando fondos desde España. Dejar Nepal ha sido la decisión más dura de mi vida pero fue la decisión correcta.

Anoche, tumbada en mi cama ya en Madrid, me di cuenta de que los días siguientes al terremoto, no pestañeaba. Sé que es imposible, es un auto reflejo. Pero me acuerdo de la primera noche, mirando la lona de plástico azul sobre mi cabeza y escuchando la lluvia. No podía cerrar los ojos. Simplemente no podía. Mi cuerpo estaba tan tenso y tan alerta que me era imposible. Me vienen recuerdos ahora, cosas que ni me pare a pensar en su momento. Como la eterna espera a que viniese la réplica. Ya me daba igual, quería que sucediese para que la incertidumbre acabase, que sucediera lo que tenía que suceder y punto.

Nada más aterrizar en España, Ruth y yo nos pusimos manos a la obra. Nuestra ONG, Círculo de Cooperación está centrándose en la ciudad de Bhaktapur y sus alrededores, severamente afectados por el terremoto. No trabajamos de forma independiente. En esta situación de emergencia estamos colaborando con las ONG locales y grupos de voluntarios locales de Bhaktapur para así asegurarnos de que la ayuda esté llegando a los que más la necesitan. En concreto, colaboramos con el grupo Earthquake Victim Action Bhaktapur, un grupo de voluntarios nepalíes que al ser de la zona conocen el terreno y a la comunidad por lo que nos pueden transmitir constantemente que es lo que necesitan exactamente en cada momento. Las prioridades son: agua potable, refugio (tiendas de campaña, carpas o plásticos de calidad que sirvan como refugio), y material para hacer baños temporales y letrinas, y así evitar el riesgo de contagios y epidemias.

 

Cartel benéfico Hostería

Obra solidaria para recaudar fondos para Nepal.

 

Estos voluntarios locales, empezaron siendo veinte, ahora son cuatrocientos, están distribuyendo ayuda en áreas de Bhaktapur y alrededores donde todavía no ha llegado la ayuda del gobierno y las grandes organizaciones. Canalizamos todos los fondos a través de estas ONG locales con las que tenemos contacto constante y directo. En Katmandú residen dos de los coordinadores de nuestra ONG, uno de ellos es el director. Esto permite una interacción constante con los voluntarios de Bhaktapur y un seguimiento directo de la gestión del material, de la logística y un seguimiento constante de los beneficiarios.

Después de analizar las necesidades hemos decidido dividir nuestra ayuda en dos fases: Primera: Ayuda pura y dura de emergencia, una ayuda directa inmediata con materiales para crear refugios, agua, y comida. También otros materiales puntuales que nos piden día a día como mascarillas o guantes para desescombrar.

Segunda: Instalar una potabilizadora que proporciona 40.000 litros de agua potable al día. Esta potabilizadora se instalará en las próximas semanas cuando tengamos la certeza de haber encontrado un sitio seguro con fuentes de agua no contaminadas y en un lugar accesible para toda la comunidad que no cree conflictos. Hemos decidido posponerlo por esta última razón, creemos que es crucial enviarla pero tenemos que evaluar y decidir dónde sería mejor instalarla y no es posible en tan poco tiempo. Muchas agencias de ayuda humanitaria están dando ayuda a lo loco, sin tener en cuenta las desigualdades que puede crear sobre la comunidad.

Durante las primeras semanas, la primera acción ha sido dotar de refugio a parte de las miles de familias que han perdido sus casas. Con los fondos enviados, se compraron y distribuyeron tiendas de campaña (plásticos) para 30 familias. Tras hacer otra evaluación, se ha decidió actuar sobre el VDC de Chaling de Bhaktapur, en la zona número 1, Kalitar, la misma zona donde se proveyeron las tiendas a 30 familias, refugio, mantas y materiales de cocina a otras 39 familias, y mantas y materiales a otras 51 familias que ya tienen refugio. Estas 39 familias pertenecen a la casta Dalit, también llamados intocables, con pocas oportunidades de vida. El equipo de Bhaktapur ha agrupado a esta comunidad y han logrado apoyo de otros pueblos para que les cedan tierras donde poder construir los refugios. Debemos mirar a futuro, por lo que en esta segunda fase los refugios serán más permanentes, pues sus techos están construidos con láminas de zinc (muy habituales en Nepal).

Ahora estamos actuando en Aru Pokhari (Gorkha), llegando a 278 familias (83 en la zona 3 y 195 en la zona 9). Actuamos en estas zonas porque, aunque algunas organizaciones y el Gobierno han distribuido algo de material, es muy escaso, y todavía hay 30 familias de las comunidades indígenas y Dalit que no han recibido tiendas ni ningún tipo de refugio. Nuestra intervención es clara, dotar de tiendas a estas 30 familias. Además de estas familias, daremos comida a 278 familias.

 

Actividad en España

En España estamos realizando varias actividades de fundraising y concienciación. Desde charlas y actividades en colegios a carreras benéficas y actuaciones en teatros. Por ejemplo, la semana pasada se organizó una fiesta benéfica en Ibiza, una carrera de patines en Madrid y un concierto benéfico en el barrio de La Latina. Hemos conseguido recaudar 50.000 euros, una cifra impensable hace un par de semanas. Vamos mandando el dinero allí, a medida que nos lo piden, para ir comprando todo lo antes referido.

El día 31 de Mayo, a las 12.30 en el Teatro Lara, el grupo Venezia Teatro ofrecerá una actuación en la sala grande, 316 butacas, y han abierto fila 0 en Ticketea para aquellos que no puedan asisitir pero quieran colaborar. Necesitamos máxima difusión de este evento, la recaudación neta de la taquilla va para la ONG.

 

Haz click aquí para adquirir entradas para la función

Cristina Po Wenger (Madrid 1991) es cooperante de la ONG Circulo de Cooperación. Graduada en Marketing y Sociología por la Stirling University (Escocia). Ha hecho diversas prácticas en Alemania y un año en Mondelez (Madrid). Al acabar estas decidió dedicarse al mundo de la cooperación en Nepal, país con el que ha formado un gran vínculo. 

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  1. Este domingo en Madrid, al teatro por Nepal - Ni el baúl de la Piquer - 29 mayo, 2015

    […] experiencia en Nepal la podéis leer en la imprescindible web de Gea Photowords, donde se contagia su amor por este país y su gente, e impresiona conocer detalles como que, acogida […]

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